Cazando sombras by Jorgen Jaeger

Cazando sombras by Jorgen Jaeger

autor:Jorgen Jaeger
La lengua: spa
Format: epub
editor: Word Audio Publishing


Capítulo 16

Cecilie y Ole se metieron en el coche y se miraron desanimados.

Ole cerró dando un portazo.

—Pues esto interfiere con nuestros planes —dijo, decepcionado—. Hay algunos detalles de los que me gustaría tener más información: por ejemplo, qué ocurrió la noche que Ingolf saltó por la terraza, cuál fue el factor desencadenante que lo llevó a saltar. Tenía la esperanza de haber obtenido respuesta a todo eso ahora.

—Estoy de acuerdo —asintió ella—, ha sido una faena.

Él se quedó mirándola.

—Oye, Cecilie —se llevó la mano a la barriga—, me niego a hacer nada más sin antes comer algo. ¿Tú también tienes hambre?

—Sí, sí —sonrió ella con amabilidad, a pesar de que hacía rato que se había comido el sándwich que se había traído de casa, estaba saciada.

Ole sonrió entre dientes y puso en marcha el motor del coche.

—Próxima parada: el quiosco de Per. Yo invito.

Cecilie pidió una ensalada pequeña y un vaso de agua; Ole, pollo con ensalada y aliño. Se lo tragó con buen apetito y lo pasó con una cola. Cecilie lo miraba con ojos como platos.

—¿Estaba bueno? —Esperaba haberlo dicho con la ironía justa para que él no se ofendiera.

Ole se secó la boca con una servilleta.

—Sí, gracias —dijo riéndose—. Pero, si te soy sincero, podría haberme comido otro. —Lo miró sorprendida porque alguien tuviera tal apetito. Él interpretó la expresión de su cara—. Ya lo dejo —rectificó—. ¿Estaba buena la ensalada?

Ella se echó a reír.

—Estaba rica. Muchas gracias, Ole.

Se quedaron mirando un rato por la ventana, cada uno sumido en sus pensamientos. Cecilie encendió un cigarrillo.

—¿No resulta un poco extraño que Ingolf haya tenido una recaída repentina justo ahora que íbamos a hablar con él? —preguntó a la vez que inhalaba y dejaba que el humo se deslizara entre sus labios.

—Sí. No me gusta. —La miró extrañado—. No sabía que fumabas, Cecilie.

Ella se echó a reír.

—¿Crees que soy un dechado de virtudes? —Se echó el cabello a la espalda y lo miró, divertida.

—Eh, no, pero, para serte sincero, no tenía ni idea de que hicieras una cosa así —dijo, sorprendido—. Tú que eres tan… saludable.

—Fumo algunas veces, cuando estoy en buena compañía —respondió con una sonrisa y mirándolo de soslayo—. Pero nada de puros habanos.

Inhaló de nuevo. Él la observó. Había algo en una mujer fumadora, algo en su manera de sujetar el cigarrillo entre las puntas de los dedos índice y medio. Algo femenino. No el hecho en sí de fumar; no, no, sino la ceremonia que conllevaba, en especial los movimientos.

Suspiró. Cecilie resultaba femenina hiciera lo que hiciera. Hilde también fumaba y era igualmente femenina. Lo era siempre, la verdad. La mirada de Ole se tornó soñadora.

—¿No dijo el jefe de servicio que Ingolf presentaba una evolución positiva? —interrumpió Cecilie, frunciendo el ceño, preocupada.

—¿Eh? —Dio un respingo—. Sí, como ya he dicho, no me gusta —respondió—. Tendremos que valorar la situación y volver a hablar con el director médico más adelante. Puede que Ingolf haya tenido una recaída al enterarse de que íbamos para allá. Quién sabe.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.