Carlota by Miguel Mihura

Carlota by Miguel Mihura

autor:Miguel Mihura [Mihura, Miguel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Teatro, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 1957-04-23T00:00:00+00:00


(Al darse de nuevo la luz, con el consiguiente cambio de matiz, ya no están en escena Hilton ni. Velda, y vemos a Carlota que se levanta de la mesa donde escribe y va a la puerta a abrir.)

CARLOTA.— ¡Ya voy, Velda!...

(Y abre. Entra Velda.)

VELDA.—Venía a decirle adiós a la señora...

CARLOTA.—¿Insiste usted en marcharse aún teniendo un invitado a cenar?

VELDA.—Yo lo siento mucho, señora... Pero si el señor lo hubiese dicho antes... Ya no me da tiempo de avisar a mi familia, que me está esperando... Ellos también tienen hoy su día libre...

CARLOTA.—Tiene usted razón... Pero es que me molesta quedarme aquí sola esta tarde...

VELDA.—¿Por qué?

CARLOTA.—No sé... Tonterías, quizá... Pero me intriga mucho que mi marido traiga a cenar a ese amigo suyo policía... Nunca me había hablado de él... Y ahora, de pronto... ¿No le parece a usted un poco extraño?

VELDA.—No empiece usted con sus fantasías...

CARLOTA.—En realidad no hay ningún motivo para tener miedo... Pero lo tengo...

VELDA.—Si no hubiera hecho usted lo que nunca debió hacer...

CARLOTA.— ¡Calle, Velda! Lo hecho ya no tiene remedio y me molesta mucho que me lo recuerden. Pero me quedo sola y la soledad me da tristeza...

VELDA.—La señora no se queda sola. Está Fred abajo...

CARLOTA.—Mucho peor aún... ¿No se da cuenta de que Fred ha cambiado mucho?

VELDA.—Está desesperado desde que le dejó miss Margaret, que a mi juicio debe de estar enamorada de otro hombre...

CARLOTA.—¿De otro hombre? ¿De quién?

VELDA.—Cualquiera lo sabe... ¡Es tan rara la señorita!...

CARLOTA.—Sí. Muy rara... Realmente, en Londres, cada día estamos todos más raros... Debe de ser de tanto «rosbif»...

VELDA.—A lo mejor...

CARLOTA.—Escúcheme, Velda... En este diario apunto todos los días las cosas que hago y mis impresiones y mis sentimientos... Nadie lo sabe más que usted... El diario lo guardo en ese mueble, y la llave la escondo bajo la alfombra; ya sabe dónde está...

VELDA.—Pero ¿qué va a pasar? Me está usted inquietando, señora... Y si se pone usted así, me quedo y no salgo...

CARLOTA.—No, pobre... La espera su familia... Salga usted... Han llamado... ¿Quién puede ser?

VELDA.—Voy a ver, señora...



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