Calle Este-Oeste by Philippe Sands

Calle Este-Oeste by Philippe Sands

autor:Philippe Sands [Sands, Philippe]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2016-04-10T04:00:00+00:00


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El de 1935 fue un buen año para Frank. Compró una amplia casa de campo en Baviera (la Schoberhof, cerca de Schliersee), que ochenta años después tuve ocasión de visitar, poco antes de que fuera derribada, con el blasón y las iniciales de Frank todavía visibles en su despacho bajo las vigas. Ayudó en la elaboración de las denominadas Leyes de Núremberg, una serie de leyes antisemitas que despojaban a los judíos de sus derechos de ciudadanía y prohibían las relaciones sexuales extramaritales entre alemanes y judíos. En agosto presidió una reunión conjunta de la Akademie für Deutsches Recht (la Academia de Derecho Alemán, que él mismo había fundado un par de años antes) y el XI Congreso Penal y Penitenciario Internacional, celebrada en la Ópera Kroll (que hacía las funciones de sede del Reichstag tras el incendio de este[403]).

Frank había fundado la academia con el propósito de ofrecer una visión intelectual e ideológica destinada a los abogados alemanes. Como presidente, pronunció el discurso de apertura del congreso, eligiendo como tema la «política penal internacional», lo que le daba la oportunidad de exponer algunas ideas sobre la futura dirección del derecho penal. Allí dio la réplica a Lemkin y quienes, como él, presionaban para que se elaborara una nueva lista de delitos internacionales y un tribunal penal internacional. Frank, que era un magnífico orador, cautivó a la multitud, a pesar de que (al igual que el Führer) hablaba en un tono curiosamente agudo, producto del entusiasmo, la intensidad y el poder.

El discurso de Frank se centró en cuestiones de profundo interés para Lauterpacht y Lemkin, aunque ninguno de los dos figuraba entre el público. Sí estuvo presente Vespasian Pella, el profesor rumano que escribió sobre la barbarie y el vandalismo. En cambio, no asistió el juez Emil Rappaport, mentor de Lemkin y miembro del comité organizador del congreso[404]. Frank expresó sus firmes objeciones a la idea de una justicia universal, a la que se oponía alegando que, lejos de fortalecerlo, destruiría el derecho penal internacional. Ninguna ley u organización internacional resolvería las diferencias entre el bolchevismo y el nacionalsocialismo, y no habría políticas comunes para los Estados que no compartieran «los mismos principios morales». También atacó las ideas del profesor Henri Donnedieu de Vabres, otro de los colegas de Lemkin, mencionando su nombre a pesar de que este no había hecho acto de presencia. Unas semanas antes, Frank le había invitado a dar un discurso en la academia sobre el tema de los delitos internacionales y la «guerra agresiva»[405].

Frank descartó las ideas de Donnedieu porque requerirían la creación de un superestado. ¿Y la propuesta del francés en favor de «un tribunal internacional de justicia penal»? Un mito. ¿El derecho universal? «Un sueño vano». ¿Ampliar la lista de delitos internacionales? Nunca. En cambio, una idea que sí le gustaba a Frank era la de criminalizar el boicot judío global contra Alemania.

¿Qué era lo que quería Frank? La «no interferencia en los asuntos internos de los Estados extranjeros» era una magnífica idea que él defendía para protegerse frente a cualquier crítica a Alemania.



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