Breve historia de entreguerras by Óscar Sainz de la Maza

Breve historia de entreguerras by Óscar Sainz de la Maza

autor:Óscar Sainz de la Maza [Sainz de la Maza, Óscar]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2015-04-01T04:00:00+00:00


Sólo hay tres vías de escape para Japón de su población sobrante. La primera puerta, la emigración, ha sido cerrada por las políticas migratorias de otros países. La segunda, el avance en los mercados mundiales, se está cerrando con aranceles y con la derogación de los tratados comerciales. Es natural que Japón se lance hacia la última y tercera puerta.

A pesar de ello, Hashimoto y sus correligionarios nunca apoyaron medidas anticonceptivas, así que sus tesis sobre la «población sobrante» eran más una oportunidad política para la expansión antes que una creencia firme.

Por una razón o por otra, los años treinta llevaron a todo el mundo político, incluidos los socialdemócratas y el movimiento sindicalista, a agrandar la parcela de poder de los militares: las supuestas amenazas exteriores en una época de tensión internacional llevaban a ello. Los militares se aprovecharían de todo esto sin problemas, particularmente a finales de los treinta, cuando provocarían o directamente iniciarían ellos mismos las hostilidades con China por la región de Manchuria.

Así, Japón se convertía ahora en una nación que había transformado su culto al emperador (que databa de los Meiji) en una ideología agresiva y nacionalista, basada en la superioridad racial de sus miembros y consagrada a «liberar» Asia del imperialismo occidental y el comunismo internacional. Los críticos a estas ideas eran acusados de antipatriotas, incluso si llegaban a ser diputados de la propia Dieta. El profesor Minobe, constitucionalista y amigo personal del emperador, vio como cualquier posible aliado agachaba la cabeza cuando fue acusado en 1935 de blasfemo, por haber calificado al sumo dirigente de «órgano supremo del Estado» en un escrito de 1912. Perdió sus cargos políticos y sus libros fueron prohibidos.

Todo este proceso de apoyo y de concesión de poder a los militares se vio empañado por la sangre de numerosos atentados, cometidos en casi todos los casos por soldados y mandos intermedios que actuaban por su cuenta (o, en ocasiones, por algún nacionalista exaltado). En los juicios que les seguían, los espadones del régimen preferían mostrarse siempre poco severos, y el proceso se acababa convirtiendo en un alegato panfletario en contra de políticos traidores y zaibatsu egoístas. Políticos como Hara Kei o Hamaguchi fueron eliminados con una facilidad admirable, en medio de esta vorágine continuada de vendetta nacionalista.

Los uniformados nipones tenían una larga tradición de asesinar gente por su cuenta y riesgo. En otoño de 1895, organizados por la autoridad japonesa en Corea, un grupo de asesinos irrumpió en el patio del Palacio de la Emperatriz de aquel país, episodio atroz que describió en su diario un ruso subcontratado que trabajaba en el edificio. Disfrazados con túnicas y portando sables, acabaron con la escasa guardia real, entraron en los aposentos y —sin saber casi nadie cómo era la emperatriz, dado que rara vez se dejaba ver— arrastraron por el pelo a algunas cortesanas hasta el patio, donde las acuchillaban al más puro estilo de un complot califal. Caerían tres de ellas en aquel baño de sangre, hasta que la emperatriz fue finalmente localizada y asesinada.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.