Aventuras de valor y heroísmo by Anónimo

autor:Anónimo [Anónimo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Aventuras, Drama, Infantil, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 1968-05-15T00:00:00+00:00

Harry, de pie detrás de la puerta y fuera de la línea de fuego, lo vio todo. El alemán entró a la habitación dispuesto a disparar de nuevo. Harry vio su fuerte cuello debajo del casco gris, a menos de un metro. Sacando el revólver de la funda, dio un paso hacia adelante y golpeó con toda su fuerza la base del cráneo del alemán. Una vez hecho esto, salió hacia otra granja donde sabía que una patrulla pasaba la noche. Contó su historia con calma, como si fuera un sucedido de todos los días. Escuchándole, se hubiera pensado que esta historia merecía situarse bajo los titulares «Noticias de la localidad». No obstante, para sus amigos que escuchaban su narración, parecía que una frase en particular era repetida una y otra vez: «Frank, Tom y Jack murieron porque abrí la puerta»… «Fueron asesinados porque abrí la puerta»… «Las balas les hirieron porque abrí la puerta»…

Él continuaba repitiendo esta frase de diversas formas. Durante varias semanas, Harry revivió su historia y soñaba con ella por la noche; pero cuantas más veces la contaba, más corta se hacía. Después de un mes, la historia se resumía en esta simple frase: «Ellos han muerto porque yo abrí la puerta»…

Las palabras se convertían en una pesadilla. A veces Harry las gritaba, las murmuraba, las repetía como una penitencia o como si fueran una autoacusación. Las pesadillas se fueron convirtiendo gradualmente en un estado de excitación nerviosa que le impedía cumplir su misión en el ejército y, después de varias entrevistas con psiquiatras, Harry fue enviado a casa. El terror que había vivido permaneció con él durante mucho tiempo, pero finalmente consiguió serenar su espíritu. Poco a poco, gracias a su tienda, entró en la vida diaria de la aldea. Nunca mencionó su experiencia en Francia y era difícil ver algo anormal en su comportamiento. Solamente un recuerdo permanecía; no se atrevía, no podía abrir una puerta. Colocar su mano en un pestillo le hacía temblar presa del pánico; su cerebro se negaba a transmitir a los músculos el mensaje para llevar a cabo esta simple tarea. Todos sus amigos esperaban que un buen día terminaría su incapacidad, pero esto no sucedió. Su familia lo aceptó y su madre se vino a vivir con él.

Su vida se organizó alrededor de este fenómeno de un hombre que más bien preferiría no salir a tener que abrir una puerta. Todas las mañanas, a las siete, esperaba que su madre viniera a abrirle la puerta de su habitación y, al mismo tiempo, la del cuarto de baño. Después de lavarse y afeitarse, Harry silbaría para salir. Su silbido era la señal cuando una puerta se interponía en su camino dentro de la casa. Si, por cualquier circunstancia, no era escuchado, esperaba pacientemente a ser rescatado.

Todas las noches, acostumbrábamos a reunirnos en el Green Duck. Ronald Tempers, su propietario, era un tipo alegre y acostumbrábamos a jugar unas partidas de billar y beber un vaso o dos de cerveza. Harry nunca faltaba a estas reuniones.

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