Alguien como tú by Ana F. Malory

Alguien como tú by Ana F. Malory

autor:Ana F. Malory
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2020-05-12T05:18:22+00:00


***

La inoportuna aparición de René frente al ayuntamiento, sus atenciones para con Evelyn, la sonrisa que ella le había dedicado y sobre todo, que hubiera elegido andar hasta la escuela, lo habían puesto de mal humor. Por eso se había marchado como lo hizo. Aunque en ese instante lo lamentaba y tenía que reconocer que su reacción había sido casi infantil. Era comprensible que Evelyn se sintiera emocionada y quisiera conocer el lugar en el que viviría en adelante, y él se había comportado como un tonto insensible. Le debía una disculpa, admitió más sereno y decidido a ofrecérsela en cuanto tuviera oportunidad.

Saberse a punto de llegar al rancho terminó de apaciguarle el ánimo y una sonrisa se esbozó en sus labios al enfilar, veinte minutos después, el camino de entrada.

¡Por fin en casa!

Acababa de poner los pies sobre el suelo de tierra cuando la puerta principal se abrió y Sean salió a la carrera para arrojarse a sus brazos dando gritos de contento. Rayen, encantado con el recibimiento, soltó una carcajada y giró con el pequeño entre los brazos antes de volver a dejarlo en el suelo. Fue entonces cuando vio a Amber en el poche con una sonrisa de bienvenida adornando su bonito rostro.

—¿Te has portado bien? —le preguntó al niño revolviéndole el cabello negro como el de su madre.

—Sí, he sido muy bueno —respondió el chiquillo con demasiada rapidez y cara de no haber roto nunca un plato—. ¿Por qué has tardado tanto en regresar? —le recriminó cambiando de tema con habilidad.

Rayen se mordió los labios para contener la risa.

—Tenía asuntos que resolver en Helena. —Le hizo una señal al niño y juntos caminaron hacia la casa—. Hola, preciosa —saludó a Amber con un afectuoso beso en la frente—. ¿Todo bien?

—Todo bien —repitió con calma, contenta de tenerlo de vuelta aunque eso significara que tendría que volver a dormir sola. Esa noche ya no podría el candil junto a la ventana, lamentó para sus adentros—. Debes de estar hambriento, además de agotado.

—Mamá ha cocinado tu plato favorito y hemos hecho una tarta de arándanos —reveló satisfecho el pequeño.

—Suena delicioso —sonrió agradecido—, pero antes debo ocuparme de la carga, de los caballos y asearme —se disculpó.

—Yo te ayudo —se ofreció Sean de inmediato—. Puedo hacerlo —aseveró ante la expresión escéptica de los dos adultos.

—De acuerdo —concedió Rayen, divertido con la determinación del niño—. No tardaremos… tengo ayudante —añadió dedicándole un guiño de complicidad a Amber.



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