Avaricia by Raúl Garbantes

Avaricia by Raúl Garbantes

autor:Raúl Garbantes [Raúl Garbantes]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
publicado: 2019-06-16T22:00:00+00:00


Capítulo 11

En el camino hacia la costa, Sally se comunicó con el capitán Scott para explicarle el desarrollo de la investigación en las últimas horas. Al ponerlo en altavoz, Hensley le expuso escuetamente sus conjeturas, con la suficiente prudencia como para que no pareciera la aventura novelesca que le narró a su compañera. A Scott le pareció buena idea que continuaran las pesquisas en la costa, aunque sugirió que los acompañara Mark Ginsberg, un teniente experto en cartografías. Dicho oficial ya estuvo coordinando con el equipo de búsqueda comisionado para el rastreo de pistas en la playa desde que la mano fue hallada. Gracias a sus acciones eficientes fue que consiguieron el cuerpo esa mañana. No obstante, al momento en que Sally y David fueron a encontrarse con Markesan el hombre había regresado a la comisaría para ofrecerle su reporte particular a Scott.

—Me parece bien que intenten encontrar esos restos —aceptó Scott—. Mandaré al teniente Ginsberg para que los acompañe personalmente. Él conoce muy bien el territorio de Bar Harbor porque ha estudiado a fondo sus mapas, incluyendo su mar.

—No quisiéramos distraer al teniente Ginsberg de la labor que él y su equipo han estado haciendo —se aventuró a disentir Hensley, quien prefería evitarse cualquier forma de supervisión—. Nosotros podemos arreglárnoslas solos. El trabajo que estamos haciendo será muy distinto al de ellos.

—El equipo de Mark seguirá en lo suyo —insistió Scott desestimando cualquier contradicción a sus órdenes—. Entretanto, al teniente no le importará invertir parte de su tiempo si con ello logramos otros resultados. Todos estamos interesados en resolver este caso lo más pronto posible. No le tenga miedo al trabajo en equipo, Hensley.

Como era costumbre del capitán, colgó la llamada para evitar escuchar cualquier objeción. Hensley profirió unas maldiciones por lo bajo ocasionando que Sally se riera.

—Scott tiene razón. La experiencia de Ginsberg será de gran utilidad.

—Sigo creyendo que no nos hará falta. A él no podré exponerle mi teoría tal como lo he hecho contigo. Se burlará de mí y propondrá algo distinto que acabará por alejarnos de la búsqueda que pretendo.

—No le diremos todo lo que pensamos. Solo lo suficiente para que nos ayudemos entre todos.

Hensley se encogió de hombros, resignado ante el hecho de que alguien más los acompañaría. Poco antes de estacionarse en las inmediaciones de la costa, a Sally se le ocurrió una idea.

—Deberíamos ponerle un nombre a nuestra aventura.

—¿Un nombre? ¿Como si se tratara de una expedición?

—Sí, un nombre en clave que solo tú y yo entendamos de qué se trata. Algo así como «Operación Mano de Oro».

—Me agrada. Suena apropiado para una misión que implica la búsqueda de una embarcación abandonada. ¿Sabes algo? La isla del tesoro era mi novela favorita cuando era niño.

—Eso es adorable. Supongo que querías ser un pirata y nunca te imaginaste siendo un detective.

—Mi deseo de ser detective lo descubrí unos años después, cuando vi El halcón maltés.

—Mejor no sigas, David. La edad te delata.

—Los clásicos no tienen edad —argumentó Hensley—. ¿Tú no tuviste algún libro que despertara tu vocación?

—Yo amaba los libros de Julio Verne —confesó Sally—.



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