Arthas by Christie Golden

Arthas by Christie Golden

autor:Christie Golden
La lengua: spa
Format: mobi, epub
Tags: Fantástico, Aventuras, Novela
editor: eBook's Xibalba
publicado: 2009-04-01T07:00:00+00:00


CAPÍTULO CATORCE

R asganorte era el nombre de aquella tierra; y la bahía Cubredaga, el emplazamiento donde la flota de Lordaeron había atracado. El agua, profunda y picada a causa del inclemente viento, era de un color azul grisáceo. Los acantilados estaban salpicados aquí y allá de tenaces pinos que dotaban de una defensa natural a la pequeña zona llana donde Arthas y sus hombres acampaban. Además, el agua de una cascada cercana caía a plomo desde gran altura, provocando una lluvia de espuma. Con todo, era un lugar mucho más agradable de lo que Arthas había esperado, al menos. Ciertamente no parecía el típico hogar de un señor demoníaco.

Arthas saltó del bote y avanzó chapoteando hasta la orilla. No dejaba de mirar a su alrededor sin perder detalle del paisaje que lo rodeaba. El viento lloraba como un niño perdido y revolvía su largo pelo rubio al acariciarlo con sus gélidos dedos. Junto a él, uno de los capitanes de barco que había tomado el mando de la flota sin consultar con el rey se estremecía de frío y daba palmas para intentar entrar en calor.

—Esta tierra ha sido olvidada por la Luz. ¡Apenas se alcanza a divisar el sol! Si bien este viento ululante le hiela a uno los huesos, ni siquiera tú tiemblas un poco.

Arthas, un tanto sorprendido, se dio cuenta de que lo que afirmaba aquel hombre era cierto. Sentía el frío como si lo acuchillaran sin piedad, pero no temblaba.

—Mi señor, ¿te encuentras bien?

—Capitán, ¿han llegado ya todas mis tropas? —preguntó Arthas sin siquiera molestarse en responder.

No contestó porque era una estupidez. Claro que no se encontraba bien. Lo habían obligado a masacrar a toda una población para poder detener una atrocidad aún peor. Para colmo, tanto Jaina como Uther le habían dado la espalda y un señor demoníaco aguardaba su llegada.

—Casi. Todavía quedan unos pocos barcos que…

—Muy bien. Nuestra prioridad consiste en montar el campamento base con unas defensas adecuadas. No sabemos qué nos aguarda ahí entre las sombras.

Aquellas órdenes mantendrían al capitán callado y ocupado. Arthas prestó toda su ayuda y se esforzó tanto como los hombres que mandaba en erigir un refugio básico para las tropas. Añoró la capacidad de Jaina para manejar las llamas cuando tuvieron que encender las hogueras bajo aquella oscuridad y un frío cada vez mayores. Maldición, la extrañaba tanto; pero aprendería a no echarla de menos. Le había fallado justo cuando más la necesitaba y no estaba dispuesto a entregar su corazón a una persona así por más tiempo. Su corazón debía ser fuerte y no blando, decidido y no dubitativo. Si quería derrotar a Mal’Ganis, no podía permitirse mostrarse débil. No podía albergar compasión.

La noche transcurrió sin ningún incidente. Arthas permaneció despierto dentro de su tienda hasta altas horas de la madrugada, examinando con atención los mapas incompletos de la región que habían conseguido. Cuando por fin se durmió, soñó con algo gozoso y aterrador a la vez. Volvía a ser joven, tenía toda la vida por delante y cabalgaba a lomos del glorioso caballo blanco al que tanto amaba.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.