Allegiant by Veronica Roth

Allegiant by Veronica Roth

autor:Veronica Roth
La lengua: es
Format: mobi, epub
Tags: Romance, Aventura, Ciencia Ficcióm
editor: eBook's Xibalba
publicado: 2014-01-10T08:00:00+00:00


Capítulo 25

Tobias

Tris y yo encontramos a Nita en el lobby del hotel después de medianoche, entre la maceta de plantas con sus flores desplegadas, un desierto domesticado. Cuando Nita ve a Tris a mi lado, su rostro se aprieta como si acabara de probar algo amargo.

—Prometiste que no le dirías —dice ella, señalando hacia mí—. ¿Qué paso con protegerla?

—Cambié de parecer —digo.

Tris se ríe, severamente.

—¿Eso es lo que le dijiste, que él estaría protegiéndome? Esa es una manipulación bastante hábil. Bien hecho.

Levanto mis cejas hacia ella. Yo nunca pensé en ello como una manipulación y eso me asusta un poco. Usualmente puedo contar conmigo mismo para ver el motivo oculto de una persona, o para inventarlos en mi mente, pero estaba tan acostumbrado a mi deseo de proteger a Tris, especialmente después de casi perderla, que ni siquiera pensaba dos veces.

O en estaba tan acostumbrado a mentir en lugar de decir verdades difíciles que le di la bienvenida a la oportunidad de engañarla.

—No era una manipulación, era la verdad. —Nita ya no luce molesta, solo cansada, su mano deslizándose sobre su rostro y luego alisando su cabello hacia atrás. No está a la defensiva, lo que significa que quizás esté diciendo la verdad—. Podrías ser arrestado por saber lo que sabes y no reportarlo. Creo que será mejor evitar eso.

—Bueno, demasiado tarde —digo—. Tris viene. ¿Es eso un problema?

—Preferiría tenerlos a los dos que a ninguno, y estoy segura que ese el ultimátum implícito —dice Nita, poniendo los ojos en blanco—. Vamos.

Tris, Nita y yo caminamos de regreso a través del todavía silencioso recinto, hacia los laboratorios donde Nita trabaja. Ninguno de nosotros habla, y soy consciente de cada chasquido de mis zapatos, cada voz en la distancia, cada golpe de cada puerta cerrándose. Siento como si estuviéramos haciendo algo prohibido, aunque técnicamente no lo estamos. No aún, de todos modos.

Nita se detiene por la puerta de los laboratorios y escanea su tarjeta. La seguimos más allá de la sala de terapia de genes donde vi un mapa de mi código genético, más profundo dentro del corazón del recinto de lo que había estado antes. Está oscuro y siniestro aquí atrás y masas de polvo danzan sobre el suelo cuando pasamos sobre ellas.

Nita empuja otra puerta con su hombro, y caminamos dentro de un almacén. Cajones de metal cubren las paredes, etiquetadas con números de papel, la tinta desvanecida por el tiempo. En el centro de la habitación está una mesa de laboratorio con una computadora, un microscopio y un joven con el cabello rubio peinado hacia atrás.

—Tobias, Tris, este es mi amigo Reggie —dice Nita—. Él también es un DG.

—Encantado de conocerlos —dice Reggie con una sonrisa. Él sacude la mano de Tris, luego la mía, su agarre firme.

—Mostrémosles las imágenes primero —dice Nita.

Reggie toca la pantalla de la computadora y nos hace señas para que nos acerquemos.

—No voy a morder.

Tris y yo intercambiamos una mirada, luego nos paramos detrás de Reggie en la mesa para ver la pantalla. Imágenes empiezan a pasar, una detrás de otra.



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