Adultos by Marie Aubert

autor:Marie Aubert [Aubert, Marie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2019-03-01T00:00:00+00:00

Estoy tumbada en el cuarto leyendo una revista, espero una llamada del médico, quiero encargar billetes a Gotemburgo y reservar un hotel, decidir cuándo empezar el tratamiento de hormonas, quiero poner el asunto en marcha. Llegará un día en que tenga un novio, un día en el que todo pueda empezar.

Hace dos años estuve cerca de algo así. Le decía a mis amigas que no había sentimientos en la relación, que era solo un tipo al que había conocido en Tinder, de hecho vivía con una mujer, pero eso era problema suyo, eso solía decir yo. Marthe acababa de enamorarse de Kristoffer y estaban los dos abrazados en el sofá de la cabaña mientras yo los entretenía con historietas de hombres casados, esas vacaciones Olea no vino. Kristoffer se reía y Marthe arqueó las cejas y dijo:

—Típico de ti, Ida, deberías pensar un poco en su familia, no entiendo cómo se atreve a estar en Tinder.

—Que piense él en su familia, ¿no? —dije.

Pero sí que pensaba en su familia, lo cierto es que lo único en lo que pensaba era en si abandonaría a su familia. Pensaba en él y en si abandonaría a su familia mientras fregaba los platos de botón de oro, mientras caminaba con Marthe hacia la playa, leía revistas viejas y respondía correos electrónicos del trabajo que no debería responder puesto que estaba de vacaciones, pensaba en él y en si abandonaría a su mujer, no podía contar con que lo hiciera, claro, nadie abandona a su mujer, aunque a veces ocurría, a veces la gente sí que lo hacía, se enamoraba de otra persona. Y yo me pasaba las noches en esta misma cama, puede que tuviera la piel acalorada por el sol, creo que no hizo muy bueno ese verano, y pensaba en cómo sería el verano siguiente, en si él habría abandonado ya a su mujer, en si se vendría a la cabaña conmigo. Estaba un poco achispada de la cena y chateé con él sobre cómo íbamos a acostarnos. Cuando nos poníamos así, a veces tenía la sensación de que le gustaban más los mensajes que acostarse conmigo de verdad, porque cuando estaba en casa rara vez tenía tiempo para verme. No quería pensar eso, ya había tenido muchos líos, quería pensar que esto era serio. Le dije que me lo iba a meter en la boca, que me lo metería hasta donde pudiera y le miraría a los ojos al mismo tiempo, y él me respondió con una foto de su polla, tuve que masturbarme un rato antes de responderle, «mola», le dije, estaba a punto de correrme y la respuesta se hacía esperar, esperé un rato, me retorcía en la cama con la mirada clavada en los bocadillos azules de la pantalla, no quería correrme hasta que respondiera. «A punto de correrme», escribió por fin, «pensando en follarte fuerte», «yo también», escribí, «¿nos llamamos?». Lo habíamos hecho ya alguna vez cuando estábamos solos, nos llamábamos, escuchábamos los ruidos del otro

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