1Q84 - (Libro 3) by Haruki Murakami

1Q84 - (Libro 3) by Haruki Murakami

autor:Haruki Murakami
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Drama, Fantástico
publicado: 2010-01-01T00:00:00+00:00


16

USHIKAWA

Una máquina capaz, paciente e insensible

A la mañana siguiente, Ushikawa se sentó en el suelo, junto a la ventana, igual que el día anterior, y siguió vigilando entre las cortinas. Prácticamente los mismos vecinos que habían regresado a casa la noche anterior, al menos gente que se les parecía, fueron saliendo del edificio. Todos iban encorvados y con el rostro ceñudo. Parecían hastiados y cansados frente al nuevo día que apenas despuntaba. Entre ellos no estaba Tengo. Pero Ushikawa pulsaba el disparador de la cámara y registraba los rostros de cada persona que pasaba por delante. Tenía carretes de sobra y necesitaba practicar para ganar destreza.

Al terminar la hora punta en que todo el mundo iba al trabajo, Ushikawa salió del piso y se metió en una cabina telefónica cercana. Marcó el número de la academia preparatoria de Yoyogi y preguntó por Tengo. La mujer que se puso al aparato le dijo:

—El señor Kawana está de baja desde hace diez días.

—¿Está enfermo?

—No, él no, pero sí un familiar, y el señor Kawana se ha ido a Chiba.

—¿Sabe cuándo volverá?

—Pues no se lo hemos preguntado —dijo la mujer.

Ushikawa le dio las gracias y colgó.

Si se trataba de un familiar, no podía ser otro que su padre, el hombre que había trabajado de cobrador de la NHK. De la madre, Tengo debía de seguir sin saber nada. Y por lo que Ushikawa recordaba, Tengo nunca se había llevado bien con su padre. A pesar de ello, había faltado más de diez días al trabajo para cuidar de él. Eso costaba de creer. ¿Se había mitigado de pronto la aversión que Tengo sentía hacia su padre? ¿Qué enfermedad padecía y en qué hospital de Chiba lo habían ingresado? Debía averiguarlo, pero para ello necesitaba más de media jornada. Y tendría que interrumpir la vigilancia.

Ushikawa se sentía perdido. Si Tengo estaba lejos de Tokio, no tenía sentido vigilar el portal de su edificio. Quizá sería más inteligente buscar en otra dirección. Podría indagar en qué hospital estaba el padre, o avanzar un poco en la investigación sobre Aomame. Podría hablar en persona con colegas y compañeros de la universidad o de su primera empresa. A lo mejor conseguía alguna nueva pista.

Pero, tras meditarlo largo rato, decidió seguir vigilando el edificio. En primer lugar, si interrumpía la vigilancia, perdería el ritmo de vida al que apenas empezaba a acostumbrarse. Tendría que volver a comenzar desde el principio. En segundo lugar, si trataba de localizar el hospital de Chiba y a los conocidos de Aomame, los frutos serían escasos comparados con el esfuerzo que invertiría. En una investigación, superado cierto punto, se cosechaban magros resultados; lo sabía por experiencia. En tercer lugar, su intuición le decía —escueta y claramente— que no debía moverse de allí. Debía instalarse y prestar mucha atención a todos los que cruzaran por su campo visual. Eso le decía la intuición encerrada en su deforme cabeza.

Estuviera Tengo o no, seguiría vigilando el edificio. Se quedaría y, antes de que Tengo regresase, reconocería



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