Verdaderoamor.com by Carsen Taite

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autor:Carsen Taite [Taite, Carsen]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Egales
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


***

Marty, Alice y Jeremy vivían en una casa de ladrillo rojo de dos pisos, cuya característica principal para distinguirla de las demás era el número de la dirección en la acerca. Mac aparcó el Jeep en la parte delantera.

El cumpleañero abrió la puerta en persona y recibió a Mac y a Jordan con sendos abrazos.

—Tía Mac, tía Jordan, venid al jardín a ver lo que me han regalado.

Mac gritó:

—Hermanito querido, ¿qué es eso tan guay que le has comprado a este niño?

—No soy un niño. Tengo ocho años.

—Oye, colega, ¿sabes de algún niño que vaya a querer abrir regalos? —preguntó Jordan, haciendo un gesto de cabeza para indicar los paquetes envueltos en papel de regalo que llevaba en brazos.

—¡Yo! ¡Yo!

Marty apareció en el recibidor, cogió en brazos a su emocionado hijo y se lo echó al hombro. Marty y Mackenzie eran los dos rubios, de ojos marrones y de complexión atlética y era fácil ver que eran hermanos. Marty, algo más alto, le habló al niño que llevaba colgado.

—Paciencia, señorito. Todavía no es hora de abrir regalos. Antes tienen que comer los que los han traído —se volvió hacia las mujeres—. Están todos fuera. Las hamburguesas y los perritos calientes estarán listos en un cuarto de hora.

Jeremy las cogió a las dos de la mano y las llevó al jardín de la parte trasera a toda prisa. Había una docena de niños de ocho años tan rebosantes de energía como Jeremy, divididos entre la parte que no cubría de la enorme piscina y el que claramente era el regalo de cumpleaños favorito de Jeremy: un trampolín.

Jordan puso sus regalos en la pila que había en una de las mesas del jardín y le comentó a Mac:

—Creo que ya podemos tirar los nuestros a la basura. Nuestros pobres regalos no tienen ninguna oportunidad contra esa monstruosidad.

—Ya te digo —asintió Mac—. No sabía que tendríamos una competencia así. ¿Quieres una cerveza?

—Suena bien. ¿No tendríamos que ir a ver si Alice necesita ayuda?

—Voy a por las cervezas y le pregunto cuando vuelva. No acapares el trampolín mientras no estoy.

—Intentaré contenerme y no pavonearme —prometió Jordan. Y mientras veía a Mac alejarse hacia el interior de la casa, añadió en voz baja—: Especialmente si tú no me estás mirando.

Mac se detuvo en el umbral y miró hacia atrás, extrañada por el humor de Jordan. Estaba muy rara y, si no la conociera, pensaría que estaba flirteando con ella. Apartó la idea de su mente, fue a la cocina y saludó a su cuñada con un abrazo rápido. Alice iba cargada de bandejas de hamburguesas, perritos calientes y los acompañamientos. Sin levantar la vista, pidió:

—¿Sacas el kétchup y la mostaza de la nevera y los pones en las cositas esas? —señaló en dirección a las aceiteras de la encimera.

—Claro —repuso Mac, y cogió los botes—. Menuda pandilla tienes ahí fuera. ¿Necesitas algo más?

—Ya sé que no lo parece, pero todo está bajo control. No vamos a complicarnos mucho, porque a los niños les da igual lo que haya de comer.



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