Un recodo en el río by V. S. Naipaul

Un recodo en el río by V. S. Naipaul

autor:V. S. Naipaul [Naipaul, V. S.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1979-01-01T00:00:00+00:00


9

Aquella misma noche, junto al río, después de referirse a Raymond, Indar me habló sobre sí mismo. La velada que había provocado en mí tanta excitación, a él lo había enervado y deprimido; tan pronto como abandonamos la casa de Yvette se mostró irritable.

Pocas horas antes, cuando habíamos caminado en dirección a la casa de la fiesta, Indar se había referido a Raymond como si fuera una estrella, alguien próximo al poder, el hombre blanco del Gran Hombre; pero después, cerca de los rápidos, había retratado a un Raymond muy diferente. Como mi guía, Indar había querido a toda costa que yo entendiera la vida del Dominio, y la posición que él ocupaba allí. Pero ahora que yo había probado el glamour de su mundo, Indar parecía un guía que hubiese perdido la confianza en lo que estaba enseñando. O un hombre que, habiendo creído fielmente en otro, sentía que podía abandonar parte de esa confianza.

La luna, que a mí me provocaba exaltación, a él le deprimía, y fue debido a esa depresión por lo que empezó a hablar de sí mismo. Pero el estado de ánimo de aquella noche no le duró mucho tiempo; al día siguiente se había recuperado y era el mismo hombre de siempre. Si bien se mostraba más dispuesto a reconocer su depresión cuando se presentaba, y más adelante, cuando había ocasión o caía de nuevo en ese estado de ánimo, volvía a lo que había resumido esa noche y daba más detalles.

—Es necesario que aprendamos a pisotear el pasado, Salim. Te lo dije cuando volvimos a encontrarnos. No debería ser motivo de llanto, pues no es solo verdad para ti y para mí. Tiene que haber alguna parte del mundo (los países muertos, los seguros, o los insignificantes) donde los hombres puedan conservar el pasado y pensar en legar los muebles y porcelanas a sus herederos. Tal vez la gente de Suecia o Canadá haga eso; algún departamento de la campiña francesa lleno de personas medio imbéciles en sus castillos; alguna desmoronada ciudad-palacio de la India; o alguna ciudad colonial muerta en un pequeño y desastroso país sudamericano. El resto de la humanidad está en movimiento, el mundo está en movimiento y el pasado solo causa dolor.

»Dar la espalda al pasado no es fácil. No es algo que decidas hacer así sin más. Primero hay que armarse; de lo contrario, el dolor te tenderá una emboscada y te destruirá. Es por eso por lo que me aferro a la imagen del jardín pisoteado hasta que se convierte en tierra; no es perfecta, pero ayuda. La primera vez que tuve esta visión del pasado fue a finales de mi tercer año en Inglaterra. Y por extraño que parezca, me ocurrió junto a otro río. Según dices, gracias a mí has accedido al tipo de vida que siempre has creído necesitar. Fue algo semejante lo que empecé a sentir junto a ese río en Londres. Entonces tomé una decisión. Como resultado indirecto de aquella decisión regresé a África.



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