El guerrero a la sombra del cerezo by David B. Gil

El guerrero a la sombra del cerezo by David B. Gil

autor:David B. Gil [Gil, David B.]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Aventuras, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-12-31T16:00:00+00:00


Capítulo 21

Miradas ausentes y estrellas que se apagan

—Una vez tuve mujer e hijo —dijo Asaemon con amargura. Su mirada había caído al fondo de la taza de sake y allí la mantuvo toda la noche, como si en los posos del licor pudiera encontrar el reflejo de días pasados. Aunque bien sabía el samurái que el sake no arrojaba luz sobre los recovecos de la memoria, más bien proporcionaba un turbio y confuso olvido.

Esa noche su cinismo no había acudido a la cita y, en un principio, a Ekei le sorprendió que no insistiera en pasar la velada en algún antro portuario frecuentado por marineros ebrios y prostitutas sin recato. Por el contrario, había transigido en acudir a una taberna popular cercana a los barrios comerciales, muy frecuentada por gente del castillo. Tanta desgana había intrigado al médico, que por fin pudo averiguar la causa de su extraño humor: nostalgia.

—¿Qué fue de ellos? —preguntó Ekei con cuidado.

—El deber me obligó a abandonarlos, y el honor me impidió volver junto a ellos.

Asaemon calló y, tras remover las gotas de sake que quedaban en la taza, apuró un trago. Se sirvió de nuevo.

—¿Sabes algo de ellos?

—Lo último que supe, hace años ya, es que mi mujer pidió anular el matrimonio y le fue concedido. Ahora yace con otro hombre al que mi hijo llama padre. Cuando debí partir apenas tenía dos años, hoy cumple diecisiete y ni siquiera conoce mi rostro.

Así que era el cumpleaños del chico lo que lo había sumido en la melancolía. Ekei se inclinó sobre la mesa y buscó la mirada de su compañero.

—En algunos sitios dicen que quien olvida el rostro de su padre, jamás conocerá el rostro de Buda.

Su interlocutor enarcó una ceja, dando a entender que aquellas palabras significaban poco para él.

—Quiere decir que ningún hombre es feliz si olvida a su padre o no llega a conocerle —aclaró Ekei—. Quizás, algún día, deberías encontrarte con tu hijo.

—No —rechazó Asaemon, haciendo un gesto elocuente con la mano—. Mi mujer y mi hijo son fantasmas del pasado, no voy a desenterrarlos.

La rotundidad de tales palabras delataba una decisión largamente meditada. El médico asintió, pues comprendía que su compañero jamás había verbalizado aquellos sentimientos, así que no necesitaba consejos, simplemente ser escuchado.

—¿Por qué tuviste que partir?

Asaemon levantó la vista y, tras un instante de silencio, torció el gesto en una expresión que afeó su cicatriz.

—Yo era un samurái al servicio de un viejo clan al oeste de Hondō. Mi familia había servido con devoción durante generaciones a aquella casa y yo, al igual que mi padre antes, era respetado no sólo por mi habilidad con la espada, sino también por mi técnica como cazador. Durante años mi puesto estuvo en Izumo, atendiendo los intereses de mi señor en aquellas tierras. Allí formé mi familia y allí habría agotado mi vida, de no ser porque se me encomendó dar caza y matar a un hombre. De aquello dependía que el honor del clan no quedara en entredicho.

—¿Diste con él?

—Sólo una vez, pero se me escapó entre los dedos como un puñado de sal.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.