Sueñan con ser como nosotras by Jessica Goodman

Sueñan con ser como nosotras by Jessica Goodman

autor:Jessica Goodman
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2022-01-24T07:17:27+00:00


Catorce

Cuando me despierto el lunes por la mañana, tengo la sensación de estar saliendo de una niebla. Solo tardo un segundo en recordar lo que he hecho, la separación que he creado y a quién tengo que enfrentarme en unas pocas horas. Nadie me ha vuelto a hablar desde el Rally. Jared no me ha dirigido la palabra, y ayer se quedó encerrado en su habitación haciendo ver que estaba enfermo. Tampoco Nikki, cuya ausencia ya siento en lo más profundo del estómago. Ni siquiera el dulce de Henry, que, de todos ellos, pensaba que me cubriría la espalda y me pediría que lo habláramos.

La magnitud de mi decisión ha apartado todas las preocupaciones que tenía sobre poder pagar Brown y sobre Graham, Rachel y Shaila. Inhalo haciendo respiraciones cortas. Nadie ha dejado los Jugadores, nunca. Nadie ni siquiera se ha acercado a dejarlo. Pero yo no me siento como una pionera. Me siento perdida y abandonada, aunque soy yo la que se ha ido. Me pregunto si reaccioné de modo exagerado, si los chupitos de gelatina y el frío hicieron que me enfadara demasiado. Si convertí algo que no era en absoluto cosa mía… en algo completamente mío.

Pero cuando recuerdo las fotos, la piel de mi hermano pequeño fundiéndose con la de otra persona, y después riéndose de Sierra, la punzada de traición se me clava en el cerebro. Marla se pondría hecha una furia si alguna le tirara ficha a uno de sus hermanos. Los hermanos están prohibidos. Absolutamente. Y Jared se está convirtiendo en una persona diferente. Alguien que me da miedo, que me recuerda a esa terrible noche y a cómo la presencia de los chicos dominaba todo lo que tocaban. Alguien a quien reconozco y odio.

Así que, en lugar de intentar arreglar las cosas, cojo el móvil con manos temblorosas y busco los mensajes de Rachel antes de que pueda convencerme de lo contrario. Releo lo último que hablamos y recuerdo el olor de su piso, de su nueva vida. Parece una puerta de entrada. «Responder no significa perdonar», pienso.

Cierro los ojos con fuerza y contengo la respiración, intentando convocar a Shaila para que me diga si le parece bien, si ella también cedería a la curiosidad, a la posibilidad de redención. Dejo salir todo el aire que tengo en la boca e intento encontrar la voz de Shaila en la mía. «¿Qué haría ella?».

No hay tiempo para saberlo. Mamá da un golpe en la puerta con el puño.

—¡Henry está aquí! ¡Llegarás tarde!

Exhalo y se me estabiliza el corazón. Hay alguien que todavía está de mi lado. Henry solo necesitaba un tiempo para calmarse, pero ha vuelto. Estamos bien. Así que me pongo el uniforme de Gold Coast, aunque parece más bien una camisa de fuerza, y empujo la puerta de entrada para salir a la calle, donde me espera el Bruce. Es otro lunes cualquiera. «Sigo siendo Jill Newman», me digo a mí misma. Nadie puede arrebatármelo.

Meto la mochila dentro del Bruce y me subo al coche.



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