Sherwood by Meagan Spooner

autor:Meagan Spooner [Spooner, Meagan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2019-05-01T16:00:00+00:00

Hoy está distinta. Marian está distraída durante todos sus juegos de combate, se ha dejado vencer con la espada y, cuando él se lo recalca, ella se pone roja.

—No me encuentro bien —masadla mientras mete la punta de su espada de entrenamiento en la hojarasca.

—Ya —se burla Robin, blandiendo su espada—. Dices que estás mareada porque estoy ganando… Como una chica.

Marian se ruboriza aún más.

—Bueno, es que soy una chica. Aunque sea fácil olvidarlo.

La alegría de Robin por su victoria desaparece y deja caer la punta de su espada. Hoy está distinta. Tiene los labios más rojos, los ojos más oscuros y el pelo excepcionalmente peinado y brillante.

—Ya lo sé —farfulla.

Marian cierra los ojos, juguetea con el extremo de su trenza y al cabo de unos instantes lleva los hombros hacia atrás.

—Si tengo que oír un sermón más sobre cómo será la vida después del matrimonio, cómo tendré que actuar, lo que se esperará que haga…

Robin mete la mano en el bolsillo que lleva en la cintura. El anillo de su madre está en la yema de su dedo como si lo hubiera atraído un imán. Nunca han hablado del hecho de que todo el mundo espera que se casen… Robin jamás ha tenido el coraje. Y en un, día cualquiera no está seguro de qué posibilidad es más aterradora: que reaccione besándolo o matándolo.

Ella se aleja unos pasos, luego se da la vuelta y contempla a Robin con una mirada curiosa, bajando un poco sus pestañas oscurecidas.

—¿Lo dijiste en serio? Aquel día en Sherwood, cuando éramos niños. Cuando prometiste que jamás me obligarías a ser nada, a actuar de un modo determinado.

Robin traga saliva.

—Lo dije en serio.

Sus ojos cambian mientras lo observa, levanta las pestañas y su mirada se suaviza. Curva los labios y la sonrisa que esboza es distinta de la que normalmente le dedica mientras chocan las espadas.

—Pues recoge tu espada, Locksley.

Robin tiene que contener las ganas locas de sonreír y una extraña oleada de sentimientos lo hace querer gritar.

—Como ordene mi lady —responde, con una larga reverencia que hace reír a Marian.

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