Rojo by Carlos Sisí

Rojo by Carlos Sisí

autor:Carlos Sisí [Sisí, Carlos]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Terror
editor: ePubLibre
publicado: 2019-04-08T16:00:00+00:00


4

Los regimientos catorceavo y vigésimo quinto, la mitad del Batallón Antiterrorista, y el cuarto Batallón de Reconocimiento Blindado Ligero, pertenecientes a la Cuarta División de la marines, con sede en Nueva Orleans, Luisiana, se encontraban apostados en la carretera que llevaba a Manhattan desde el norte. Habían instalado un control completo con alambradas, barricadas, fosos de tirador y una torre que el cuarto Batallón de Ingenieros había montado en un tiempo récord. También habían montado tiendas de campaña con todas las instalaciones completas para pasar allí un periodo indeterminado de tiempo. Los helicópteros sobrevolaban la zona continuamente. Sus órdenes eran muy concretas: no entraba nadie, no salía nadie.

No era un trabajo agradable. La cantidad de gente reunida junto a las alambradas era realmente elevada, y todos gritaban o suplicaban, algunos con niños en los brazos. Eran ciudadanos americanos en su mayoría, la gente que pagaba sus uniformes, sus armas y todos sus juguetes de soldados, y no se les estaba permitiendo circular libremente por el país. Después de mucho suplicar, el teniente Hugo Bennet había conseguido permiso para levantar un subcampo al otro lado de las alambradas. Allí se les proporcionaban mantas (gran parte de ellas donadas por Cruz Roja y varias organizaciones humanitarias internacionales), alimentos y cuidados. Las bebidas calientes se producían constantemente: litros y litros de sopa, cacao, leche azucarada e infusiones. Así, al menos, la gente que no deseaba volver a la ciudad se sentía atendida, y no abandonada.

La situación en Nueva York era diferente de la de otros puntos del país, donde el ataque había sido masivo, brutal y abierto. En Nueva York, el enemigo ganaba terreno a escondidas, escabulléndose en las casas de la gente sin que nadie los viera, infectando a las familias escondidas en sus hogares. La televisión, la radio y los principales medios de la red, sobre todo los locales, retransmitían de forma reiterada el mismo mensaje: «Manténgase constantemente en contacto con otras personas de su entorno cercano. Si un familiar o amigo no responde en un plazo de tiempo razonable, por favor, comunique su situación a las autoridades locales o llame al teléfono de emergencias…».

Mucha gente moría y pasaba el coma de la transformación en la intimidad de sus hogares. Al caer la noche, esas personas visitaban a más gente y el efecto era multiplicador, difícil de detectar y muy alarmante.

Luego, además, estaban los rumores.

Se decía que la infección no tenía cura conocida. Corría la voz de que cuando se llevaban a alguien, se le encerraba en alguna prisión militar o aún peor, era transportado a una fosa común en las afueras de la ciudad y allí se le prendía fuego hasta dejarlo reducidos a un montón de cenizas entre las que apenas asomaban los irreductibles huesos. Mucha gente no avisaba a las autoridades: se quedaba con sus víctimas y trataban de cuidarlas, hasta que estas abrían los ojos a su nueva realidad y acababan con ellos.

Ese era un problema difícil de solucionar, y uno de los que acarreaba las consecuencias más letales.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.