Presidentas by Sheyla Yebra Mateo

Presidentas by Sheyla Yebra Mateo

autor:Sheyla Yebra Mateo [Mateo, Sheyla Yebra]
La lengua: spa
Format: epub
Amazon: B0BZLVZ2WZ
Goodreads: 123925448
publicado: 2023-03-31T22:00:00+00:00


Capítulo 13. Familia

Alicia

Al salir del metro, me doy cuenta de la necesidad que tengo de respirar aire fresco que me ayude a volver a la realidad y poder pensar con más claridad.

Helena sigue sin contestarme. Siempre he creído que es rencorosa, aunque pensaba que iba a contestar. En este momento es rabia lo que corre por mi cuerpo, parece que se ha empeñado en joderme la vida. Puede ser que no haya podido leerme, pero lo dudo.

Es algo que me taladra. No soporto que Helena no me conteste. Por suerte, es de día y, aún no debo enfrentarme a dormir sola y mal, que las pesadillas arrasen mi noche y los párpados no logren cerrarse. Cambio de canción y hago que suene tan fuerte como para que mis pensamientos dejen de sonar. Comienzo a pasear a paso ligero, queriendo llegar lo más lento posible al problema que será decirle a mi madre que me voy a separar.

Hay un par de personas que parecen reconocerme por los gestos de su cara, pero me dejan pasar de largo, sin ni siquiera decirme adiós, algo que es un gran alivio para mí. A veces lo que peor llevo de ser un personaje reconocido es que me paren por la calle y, en muchas ocasiones, no me dejen mi espacio personal, sin poder decir que no porque es parte de mi trabajo. Son más de las diez de la mañana, por tanto seguro que el niño estará despierto, algo que hará que el problema sobre el divorcio sea un poco más leve.

Cuando llego a la casa de mi madre, antes de llamar a la puerta hago acopio de toda la valentía que hay en mí, respiro profundamente mientras me quito los auriculares, los guardo en su caja de manera lenta, haciendo lo mismo con las gafas de sol, para poder alargar unos segundo más la espera.

Toco a la puerta y el telefonillo no tarda más de unos segundos en expulsar la voz de mi madre, y con ella el grito de mi chico que, por el tono, puedo aventurarme a decir que tiene ganas de fiesta. En el portal sigue habiendo el mismo aroma a pan recién hecho que viene de la panadería de al lado, el recuerdo de la infancia perenne.

Nada más llegar a la casa de mi madre mi hijo se engancha a mí, tengo que hacer acopio de todas mis fuerzas para seguir andando hacia el interior de la casa. Cuando estoy con él, es estar en casa de nuevo.

―Mamá, mamá, he hecho el desayuno yo.

Dice a viva voz. Me hace reír porque sé que inmediatamente mi madre dirá algo al respecto sobre la locura que ha montado.

―No sabes cómo me ha dejado la cocina. Llena de leche por todos lados, polvos de Colacao y un largo etcétera, hasta en el pelo tenía comida.

Me río aún más fuerte imaginándome al niño con todo en perdición y mi madre con cara de pocos amigos.

―Mamá, creo que me hago una idea. Me lo



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