Cambio de actitud (Change of Heart) by Mary Calmes

Cambio de actitud (Change of Heart) by Mary Calmes

autor:Mary Calmes [Calmes, Mary]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Dreamspinner Press


CONDUJIMOS en silencio, ambos vestidos de nuevo. Yo arrellanado en su regazo, mientras el coche subía el camino de la montaña hacia su casa. Me horrorizó que el conductor supiera que habíamos tenido sexo en la parte trasera del coche, pero Logan declaró que era natural y que un semel jamás se disculpaba por reclamar a su pareja dónde y cuándo quisiera. Pero antes de que pudiera ponerlo en su lugar, me había sentado en su regazo y envuelto en sus brazos.

—Mira hacia fuera.

Volteé la cabeza hacia la izquierda, mientras bajaba la ventanilla.

Una ráfaga de viento frío golpeó mi rostro, pero fue la vista la que me robó el aliento. Había un pequeño lago enmarcado por enormes pinos en la orilla contraria, y el reflejo de la luz de la luna hacía que pareciera que millones de diminutos diamantes destelleaban a lo largo de su superficie, guiñándole un ojo al cielo. A mi derecha, había una fina pared de hielo que había sido suavemente erosionada por el viento. Brillaba como cristal esmerilado y parecía espolvoreado con polvo iridiscente. La escena parecía una postal. Cuando nos detuvimos, sólo se sentía el aire nocturno en calma y el profundo silencio. No quería hablar, temeroso de astillar ese mundo sólo con el sonido de mi voz. Era un momento perfecto.

La ventanilla derecha había sido abierta, pero no había manera de que tuviera frío, no con Logan regalándome su calor, con su enorme, duro cuerpo, como si de una caldera se tratase.

—Todo lo que alcances a ver con tus ojos es mío. No de mi familia, sino mío. Los demás viven en Reno, excepto Koren, Delphine y yo. Nosotros vivimos aquí en la tierra en la que cazamos. Tengo la cristalería y anexo tiene una sala de exposición, donde yo…

—¿Muestras tu arte? —pregunté, girándome en su regazo para mirarlo a la cara.

—No —se rió—. No soy un artista, amor. Nosotros hacemos cristalería. Solíamos hacer vasos para barras y vasos comunes, tarros de cerveza, ese tipo de cosas. Pero ahora hemos comenzado a hacer cristalería lujosa, como copas de champaña y copas de vino y…

—¿Joyas?

—¿Qué?

—¿Cuentas?

—Lo siento —se rió. Su mano había regresado a mi cabello, dándole vuelta entre sus dedos.

—¿Haces cuentas de cristal para pendientes y collares o anillos de cristales, como los que hacen en Italia? ¿Haces algo de eso?

—Yo… no —se me quedó mirando inexpresivo.

—¿Dije algo malo?

—No, pero lo que acabas de decir ha sido brillante.

—¿Qué dije?

—Hacer joyas es una excelente idea.

—Seguro. A las mujeres, les encanta. Podrían ser tu grupo meta, ¿verdad?

Me miró con los ojos entrecerrados. —Déjame adivinar, ¿grado universitario en marketing?

Sonreí abiertamente. —Sí. Lo que necesitas es una página web.

Asintió. —Dejaré que te encargues de eso por mí.

Sonreí.

—Dime todo sobre ti, comenzando ahora mismo.

Negué con la cabeza. —No, me niego a tener nuestra primera conversación real sentado en tu regazo. Si quieres hablar, tendré que estar vestido, tomando café en tu cocina, todo serio. Pero no voy a desnudar mi alma en la parte trasera de tu coche.

—Está bien —dijo,



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