Paletos salvajes by Íñigo Domínguez Gabiña

autor:Íñigo Domínguez Gabiña [Domínguez Gabiña, Íñigo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Divulgación, Comunicación
editor: ePubLibre
publicado: 2019-06-15T00:00:00+00:00

CAPÍTULO 24

La Falange Armada

Los cinco años y medio de juicio del proceso de la Trattativa han aportado montañas de nueva información sobre la mafia, matices sepultados en muchas ocasiones en los grandes titulares. Uno de los muchos detalles secundarios que se pierden en todo este lío colosal, pero que resultan muy interesantes, es lo que se supo durante el juicio de la denominada Falange Armada. Vamos a detenernos en ello porque da muy bien la idea de esas cosas tan raras que pasaban en Italia en los años de plomo, de los sesenta a los noventa. Es el escenario de la denominada estrategia de la tensión, muy de moda entonces: consiste en crear mediante los servicios secretos un clima de caos social, con atentados y actos violentos, que justifiquen luego la imposición de un régimen autoritario.

La Falange Armada fue una misteriosa organización surgida de la nada que, de repente, entre octubre de 1990 y 1993, cuando los Corleoneses declararon la guerra al Estado italiano, se puso a reivindicar todos los atentados que se producían en el país, también los de la mafia. En realidad no se sabía quiénes eran, ni lo que pretendían, ni si algo de lo que decían era verdad. Ni se ha sabido nada después, desaparecieron tan misteriosamente como llegaron. Fueron muy activos durante ese periodo, creando aún más confusión, y luego nunca más se supo. De hecho estaba totalmente olvidada hasta que un testimonio excepcional vino a arrojar algo de luz sobre la cuestión en el juicio de la Trattativa. Fue la declaración del que era entonces el máximo responsable del espionaje italiano, Francesco Paolo Fulci, secretario general del CESIS (Comité Ejecutivo para los Servicios de Información y Seguridad), el organismo que coordinaba los servicios secretos militares y civiles, entre mayo de 1991 y abril de 1993[35]. Contó que, dado su cargo, a él también le entró curiosidad en aquellos meses sobre la Falange Armada, y encargó que lo investigaran. Al cabo de unos días un analista llegó con dos mapas y le dijo: «Este es el mapa de los lugares de los que parten las llamadas, y este es el mapa de las sedes del SISMI en Italia». Fulci dijo en el juicio: «Los dos mapas coincidían perfectamente, y además las llamadas se hacían siempre en horario de oficina». Este matiz burocrático no fue el único elemento cómico de una declaración, por otro lado, muy seria. Otra gran escena tragicómica italiana.

Fulci se explayó en algunas reflexiones sobre la posibilidad de que la Falange Armada fuera un grupito descontrolado de los servicios secretos: «Me he convencido de que toda esta historia de la Falange Armada era parte de las operaciones psicológicas previstas en los manuales de Stay Behind. Hacían ejercicios, creaban el pánico en la gente y las condiciones para desestabilizar el país». Si les ha chocado ese término, Stay Behind (estar o mantenerse detrás, en inglés) fue una expresión que los italianos descubrieron oficialmente el 24 de octubre de 1990. Ese día el primer ministro

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