Oh, Jerusalén by Dominique Lapierre Larry Collins

Oh, Jerusalén by Dominique Lapierre Larry Collins

autor:Dominique Lapierre, Larry Collins [Dominique Lapierre, Larry Collins]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Bélico, Histórico
publicado: 1970-12-31T16:00:00+00:00


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HUEVOS, AZÚCAR Y MATSOTH

La muerte de Abdel Kader trastornó toda la estrategia y la organización árabes en el sector de Jerusalén. Para reemplazar a su sobrino, el Mufti designó a otro miembro de su familia: Jaled Husseini, antiguo oficial de Policía, de cuarenta años de edad. Pero éste no disfrutaba del magnetismo personal ni de la autoridad necesarios para mandar a la multitud de jefes que encuadraban tan dispares tropas.

En el momento en que la inminente partida de los ingleses hacía más importante que nunca la reunión de sus fuerzas bajo un mando único, los árabes de Palestina habían vuelto al sistema de bandas aisladas. Ibrahim Abu Dayieh, el campesino que se batiera en Castel, había tomado el mando del barrio de Katamon. Kamal Irekat, restablecido de su herida, ejercía su autoridad en la periferia sur. Munir Abu Fadel, un inspector de Policía de origen libanés, estaba encargado del centro de la ciudad. Abu Garbieh, el maestro que permaneció en Castel tras la muerte de Abdel Kader, se instaló en los barrios septentrionales. A este mosaico de responsables vino a añadirse un empleado de Banca iraquí, de treinta y cuatro años. Los quinientos voluntarios que había traído hacían de Fadel Rachid el jefe de banda más poderoso del sector de Jerusalén.

Emile Ghory recibió la difícil misión de reagrupar los residuos de las fuerzas de la zona de Bab el Ued. La limpieza de la «Operación Nachshon» y la desaparición de Abdel Kader habían desintegrado el dispositivo permanente para bloquear la carretera de Tel-Aviv a Jerusalén. En las alturas, la matanza de Deir Yassin culminaba los esfuerzos de la «Haganah». Los pueblos se vaciaban de habitantes. «Ya no había armas, dinero ni moral», comprobaba amargamente Ghory. Resolvió modificar la estrategia empleada por Abdel Kader para estrangular a Jerusalén. En lugar de provocar a todo lo largo del recorrido una serie de emboscadas, que exigían fuerzas considerables, decidió interceptar la carretera edificando una enorme y única barricada. Peregrinó por todos los bancos de Jerusalén para reunir diez mil libras esterlinas y partió a reclutar nuevas tropas a los pueblos que aún no habían sido afectados por el contagio del éxodo.

Aprovechando la confusión del adversario, los judíos enviaron a Jerusalén tres importantes convoyes. El cuarto acababa de abandonar el campamento de Kfar Bilu la madrugada del 20 de abril con casi trescientos camiones. Además del cargamento habitual, contenía pollos, huevos, azúcar y matsoth, el pan sin levadura para la celebración de la Pascua.

También transportaban los camiones a toda la «Brigada Harel» del «Palmach», que el Alto Mando acababa de retirar de las colinas de Bab el Ued para enviarla a Jerusalén. Era una decisión arriesgada, ya que ningún pueblo árabe, aparte de Castel, había sido destruido a lo largo de la carretera. Pero Shaltiel acababa de enterarse de que los ingleses se preparaban en secreto a evacuar determinadas posiciones estratégicas de Jerusalén antes de la expiración del Mandato, probablemente durante los últimos días de abril. Advirtió a Tel-Aviv que ésa era «una ocasión inesperada de asestar un golpe decisivo».



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