Nona la Novena by Tamsyn Muir

Nona la Novena by Tamsyn Muir

autor:Tamsyn Muir [Muir, Tamsyn]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción, Fantástico, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-01T00:00:00+00:00


18

* * *

CUANDO VOLVIERON al aula, Camilla había salido del rincón para empezar a hacer algo útil desenchufando todo el equipo electrónico y apilando las sillas. El Ángel escribía algo en la pizarra.

—Estoy haciendo inventario —dijo cuando Nona le preguntó—. Si nos roban, no quiero que estropeen las cosas de los niños intentando encontrar algo. Salsa Picante, ¿podrías bajar al pasillo y apagar el generador? Sé que sabes hacerlo, pero no te olvides de evacuarlo después.

Nona acompañó a Salsa Picante, ya que tenía mucho interés por la manera en que se iba a desarrollar esa evacuación, pero el Ángel le dijo:

—Nona, quédate un momento.

Tenía un pedazo de papel en la mano. Después de que Salsa Picante cerrase la puerta que había en la otra punta del aula, Nona y Camilla se acercaron al Ángel. Y entonces Camilla hizo un movimiento muy extraño: se tropezó. El pie le chocó con un pedazo levantado de la moqueta y cayó contra el Ángel, y tuvo que agarrarla por las caderas y el torso para no caer al suelo. Después se enderezó y dijo:

—Lo siento. Lo siento —se disculpó mientras miraba por la ventana como si estuviese muy avergonzada. Luego volvió a mirar hacia ellas y ya parecía más Camilla, allí de pie y con su aspecto grácil, como si la posibilidad de tropezarse no se le hubiera pasado nunca por la cabeza.

El Ángel dijo:

—Vaya día más complicado, ¿eh?

—Pues sí —respondió Camilla.

El Ángel no dejaba de juguetear con el pedazo de papel. Después dijo:

—¿Puedo hacerle una pregunta a Nona?

—Pero no tiene por qué responder —comentó Camilla.

—Claro que no —aseguró el Ángel.

Nona, que se creía capaz de hablar por sí misma, dijo:

—Lo intentaré, pero si quieres ponerme a prueba con el mapa, no creo que se me dé muy bien. Me gustaría llevármelo a casa para echarle un vistazo allí.

El Ángel le enseñó el papel. Era su dibujo. A lo mejor le había gustado mucho. Nona estaba dispuesta a comportarse con magnanimidad si el Ángel quería quedárselo. Supuso que podría dibujarlo otra vez en casa si quería, y lo cierto es que tampoco se había esforzado demasiado.

El Ángel dijo:

—¿Cómo dibujaste esto?

La pregunta dejó estupefacta a Nona, tanto que al principio no supo muy bien qué responder. El Ángel agitó la hoja de papel frente a ella. Nona recogió los garabatos que había hecho con la mirada perdida, justo antes de que Salsa Picante y ella escapasen a la transmisión. Y luego respondió, muy desconcertada:

—¿Con la mano?

El Ángel insistió con brusquedad:

—¿Lo viste en una foto?

Nona miró al animal que había dibujado y creyó que lo había entendido. Dijo:

—No, me lo inventé. Prometo que está bien. ¿Ves esas cosas? Son las orejas —dijo, en el mismo tono con el que se lo habría explicado a Kevin—. Esto de aquí es la nariz. Y no la ves porque no la dibujé, pero aquí debajo estaría la boca. Al nacer vivía en un río, pero luego empezó a refrescar, por lo que tuvo que crecer. Sé que las piernas



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