No, mi general by Irene Lozano & Zaida Cantera

No, mi general by Irene Lozano & Zaida Cantera

autor:Irene Lozano & Zaida Cantera [Lozano, Irene & Cantera, Zaida]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2014-12-31T16:00:00+00:00


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Los testigos

El juicio sigue desarrollándose con la declaración de los numerosos testigos llamados por las partes, hasta un total de veintiséis.

El sargento que vio la agresión en el aparcamiento no se amedrenta y resulta un testigo fundamental para Zaida. En efecto, confirma cómo la zarandeó y golpeó. Se hace evidente el profundo desconocimiento del Ejército por parte del abogado de Lezcano, que le pregunta al sargento por qué, tras ver la agresión, no se dirigió al teniente coronel Lezcano para llamarle la atención diciéndole «Oiga, ya somos mayorcitos para enzarzarnos en peleas…». Perplejo, el sargento responde: «¿Decirle yo a un teniente coronel que ya somos mayorcitos?».

Por su parte, la capitán enfermera ya mencionada acredita haber reconocido a Zaida y que su situación anímica requería la intervención de un especialista, pero que la propia capitán no quiso divulgar lo que sucedía.

Tanto el comandante como los capitanes de su unidad ratifican los hechos tal como los ha explicado Zaida. Particularmente meritoria es la declaración del comandante, quien confirmó, pese a la desagradable situación, que hubo de interponerse entre Zaida y Lezcano por miedo a que éste la agrediera.

Sin embargo, cuando empiezan a desfilar los testigos de mayor graduación, los fallos de memoria se suceden. Se ve que la amnesia selectiva causa estragos entre los jefes del Ejército. Los coroneles y tenientes coroneles llamados por Lezcano aseguran no recordar nada de lo narrado por Zaida. No dicen que fuera mentira, simplemente no «recuerdan». Brines llega a afirmar que no se cree que a la capitán le hayan sucedido todos esos encontronazos que se han relatado allí a pesar de que reconoce que se lo contó y pidió ayuda. Nada menos que dos coroneles —Torres y Andrade— también sufren fallos de memoria en ciertas ocasiones, mientras que en otras se sienten suficientemente seguros para negar categóricamente los hechos. Es, por ejemplo, el caso del coronel Torres, quien llegó como jefe de regimiento y no se molestó en valorar la versión de Zaida porque le bastaba con la de Lezcano. Otro valiente que resultó premiado con un destino en el extranjero gracias a sus fallos de memoria…

Por su parte, el general Acuña niega incluso que Zaida le pidiera ayuda y afirma no haber estado informado de lo que sucedía bajo su mando. La actitud del general durante su declaración ofrece nuevas evidencias de las distorsiones de la justicia militar: no saluda al fiscal cuando éste le da las buenas tardes y su ademán rezuma arrogancia. Su lenguaje corporal deja claro que él es general, mientras que el fiscal que le interroga sólo es teniente coronel. Por tanto, espera se le rinda pleitesía de acuerdo a las normas de la jerarquía militar y no a las que rigen en un tribunal de justicia.

Los suboficiales habían recibido presiones que resultan muy visibles en la declaración de la sargento Amanda Ruiz Galán. Sus falsedades quedan pronto a la vista, porque niega incluso haber hablado nunca del asunto con nadie, algo increíble teniendo en cuenta lo notorio del caso y habiendo sido citada como testigo.



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