Nadie como ellos by Martina D'Antiochia

Nadie como ellos by Martina D'Antiochia

autor:Martina D'Antiochia
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2021-09-20T09:12:38+00:00


JESSICA

Esta mañana me levanté hecha mierda, no era para nada aconsejable llorar toda la noche. Sentía un dolor en el centro de mi pecho similar a un infarto. Me levanté y de camino al baño me encontré con Cloe.

—¡¡¡AAAHHH!!! —pegó un chillido de susto al verme.

Sabía que estaba mal, pero ¿tan mal aspecto tenía?

—Mamá, Jessica se está muriendo —gritó desesperada casi llorando.

Joder, ¿me estaba muriendo? Sabía que por dentro ya estaba muerta, pero no pensaba que podía afectarme tanto al físico. Fui corriendo al baño y, nada más entrar por la puerta, me vi reflejada en ese odioso cristal llamado espejo que te muestra todos los defectos. La verdad, tengo que admitir que yo también pegué un leve respingo. Estaba pálida y jorobada, llevaba un moño alto que parecía que en cualquier momento se iba a caer, con todos los pequeños pelos del nacimiento y de la sien despeinados y con dos chorros negros de rímel saliendo por mis ojos y manchando toda mi cara y mi cuello. Si James todavía no se había enrollado con otra, al verme así seguro que lo haría.

—¿Qué pasa, Cloe? ¿Dónde está tu hermana? —dijo mi madre corriendo medio dormida atraída por mi hermana, que la llevaba bien agarrada del brazo.

—Mira. —Me señaló llorando. Yo tuve que controlar la risa que estaba a punto de salir de mis labios.

A lo mejor, si le seguía el rollo a mi hermana y hacía como que me lo tomaba en serio, me dejaba quedarme aquí en casa y no tendría que ir a clase hoy.

—Por Dios, Jessica, das asco —dijo mi madre poco asustada y bastante asqueada.

—Ya lo sé. Buenos días —dije mientras me quitaba la gomilla para dejar que mi pelo enredado cayera sobre mis hombros.

—¿Qué... qué te pasa? —dijo mi madre con miedo a invadir mi privacidad.

—¿Te vas a morir? —preguntó mi hermanita.

—No, Cloe, no me voy a morir.

—Joder, qué susto —dijo mi hermano apareciendo por detrás.

—Esa boca, Tom —le regañó mi madre.

—Pensaba que era un fantasma, no es broma.

—Jessica, ¿qué pasó anoche? Tienes pinta de que te hubiera atropellado un tren y luego hubiera dado marcha atrás para volver a atropellarte.

—Nada, mamá, fui a dar un paseo, como ya te dije.

—Claro, entonces ¿con quién te peleaste? ¿Con los árboles? —Señalé a mis hermanos con la mirada avisándola de que no era un buen momento para tener esta conversación.

—¿Me dejas quedarme? No me encuentro bien para ir a clase —le pregunté haciendo pucheros, cosa que no ayudaba mucho teniendo este aspecto.

—¿Y dejarte que te regodees en la pena? No, Jessica, tienes que ir a clase, despejar la mente, ver a tus amigas, a no ser que el problema lo tengas con ellas —hizo una pausa en su lista de ayuda.

—No, mamá, ellas no tienen nada que ver.

—Entonces ve y mantén contacto con personas que te quieren y te pueden ayudar. —En eso tenía razón, si me quedaba iba a acabar todavía más depresiva—. Ah, y una última cosa, dúchate.

Me metí en la ducha e intenté que el agua me calmara un poco la mente y el cuerpo.



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