Me pillaron pillada por ti by Verónica Espinosa

Me pillaron pillada por ti by Verónica Espinosa

autor:Verónica Espinosa [Espinosa, Verónica]
La lengua: spa
Format: epub
Amazon: B0CZ4PKB3G
Goodreads: 218045543
publicado: 2024-09-25T22:00:00+00:00


MEJORANDO EL DÍA

ANA

La noche cae sobre Marazul mientras termino de colocar los últimos detalles para la cena. No hay nada especial, solo algunos platos de comida china que he pedido para llevar y algo que picar, pero eso es lo de menos, lo que de verdad importa es la compañía. Sofía está a punto de llegar y, aunque trato de mantenerme tranquila, no puedo evitar sentirme ansiosa. Después de mi conversación con Carlos, necesito verla, tocarla, tenerla cerca y desaparecer en esa burbuja que descubrí que somos capaces de crear al estar juntas y besarnos.

Invitarla a cenar ha sido impulsivo, especialmente porque no fui capaz de contarle por teléfono lo que me sugirió Carlos. Todavía no encuentro las palabras adecuadas para explicarle que incluir a su padre y a su abuela en el reportaje le dará más peso. No quiero que piense que priorizo mi trabajo sobre nuestra relación, y estoy atrapada en un dilema, porque tampoco quiero decepcionar a mi jefe, pero lo que menos deseo es herirla a ella.

El sonido del timbre me saca de mis pensamientos y mi cuerpo reacciona antes que mi mente. Camino hacia la puerta y al abrirla, cuento los segundos hasta que aparece ella. Sofía me sonríe, y yo le devuelvo la sonrisa. En cuanto la tengo cerca, no le doy tiempo ni a saludar. La sujeto por la cintura y la atraigo hacia mí, empujándola con suavidad contra la pared que hay junto a la puerta. Sus labios son cálidos y suaves, y en cuanto los toco con los míos, una descarga eléctrica recorre mi cuerpo. Mis manos exploran su espalda y su respuesta es inmediata. Rodea mi cuello con sus brazos y nos hundimos en un beso intenso como si lleváramos años sin vernos.

—Te he echado de menos —murmuro contra sus labios sin soltarla, y ella sonríe dándome respuesta con otro beso, esta vez mucho más tranquilo.

Sofía siempre ha sabido leerme la mente de una manera asombrosa, y aunque eso me aterra, me alivia no tener que darle explicaciones por mi ausencia estos días.

—Yo también te he echado de menos, pero será mejor que cierres la puerta. No vaya a ser que los vecinos quieran cuchichear más de la cuenta.

Nos separamos a regañadientes y me hago a un lado para dejarla pasar. Sofía me mira con esa mezcla de picardía y ternura en los ojos, y al cerrar la puerta, se acerca a mí y me susurra al oído: «No vuelvas a torturarme así».

La llevo hacia el salón de la mano, y nos sentamos juntas sobre la alfombra que recubre el suelo junto al sofá, notando cómo la tensión de estos últimos días se disipa. La conversación fluye con naturalidad. Hablamos de tonterías, del restaurante, de cómo van las cosas en la redacción, hasta que Sofía saca a relucir el tema del viaje y mi repentino ofrecimiento de acompañarla.

—Me sorprendió que quisieras venir conmigo a Toledo —dice con una pequeña sonrisa, aunque al mirarla a los ojos, percibo en ellos preocupación—.



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