Matar a la reina by Angy Skay

Matar a la reina by Angy Skay

autor:Angy Skay
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
publicado: 2018-02-28T00:00:00+00:00


7 Mierda

26

El cambio

Sujeté con fuerza el brazo de la muchacha que intentaba mantenerse en pie debido al nerviosismo que recorría su cuerpo.

—¿Por qué están disparando? —preguntó asustada.

—No lo sé. —Miré hacia la puerta en el mismo momento en el que se abría.

Tiziano entró con la cara desencajada, sujetando su arma con fuerza.

—Tenemos que irnos, Anker está aquí.

Noté un leve acelero en el pecho, giré mi vista hacia la muchacha que no mostró ningún signo de emoción, cosa que me extrañó. Jack entró al instante, quedándose parado antes de llegar a nosotras. Inspeccionó a la chica durante lo que pareció una eternidad y, después, vi confusión en sus ojos.

—¿Es ella? —preguntó con seriedad.

Asentí.

Dio dos pasos más poniéndose a la altura de la chica que temblaba descontrolada ante el imponente hombre que tenía delante. Pero noté un leve cambio cuando sus ojos conectaron, y algo parecido al nombrado «celos», me acribilló.

—¿Tú eres Jack Williams?

El aludido asintió, Tiziano y yo nos miramos sin saber qué sucedía cuando la muchacha se abrazó a él con fuerza y después pude comprobar que una lágrima caía por sus ojos. Con una delicadeza que no había visto hasta entonces, la apartó de su pecho para cogerla por los hombros con confusión.

—¿Cómo sabes mi nombre?

—¡Tenemos que irnos! —avisó Ryan apareciendo junto a Eli.

Miramos hacia la puerta, cuando en un despiste, Jack sujetó con fuerza a Adara y la pegó a su pecho, poniéndola de cara a nosotros mientras nos apuntaba con su arma. Abrí los ojos sorprendida, ¿qué cojones estaba haciendo?

—Ya sabía yo… —Tiziano negó con la cabeza.

—Jack… —musité.

—Apártate —me dijo—, hazme caso. Tiziano, si no quieres que sigan haciendo una masacre, colabora.

—Te voy a matar… —murmuró el italiano con un cabreo monumental.

Encerró a todos dentro del sótano, menos a mí. En la puerta se oyó un fuerte puñetazo, dado seguramente por el dueño de la casa o por Ryan, que pareció menos sorprendido de lo que esperaba. Subimos las escaleras que daban a la primera planta cuando los disparos cesaron. Jack me apuntaba con el arma, a la vez que con la otra mano sostenía a una cría que le contemplaba con adoración.

—¿Todo esto ha sido para matar dos pájaros de un tiro?

No contestó. No llegué a comprender por qué demonios me dejó escapar para después entregarme de nuevo. ¿Tan poco valía para él? Le di vueltas a mi cabeza mientras llegábamos a nuestro inminente destino y, antes de cruzar esa línea, Jack frenó su paso y me miró fijamente.

—¿Qué es para ti tener especial interés por alguien?

Enmudecí. Adara nos observaba a ambos.

—Algunas cosas es mejor no saberlas —respondí lo mismo que él me dijo aquel día en el barco.

Asintió con lentitud un par de veces hasta que abrió la puerta y se colocó delante de ambas. Apretó el cuello de Adara con su brazo izquierdo, presionando su cabeza con la pistola, en el momento en el que los hombres de Anker nos apuntaban. Mi peor pesadilla apareció quitándose el polvo de sus zapatos de manera despectiva, hasta que sus ojos chocaron con los míos.



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