La otra Gioconda by Peio H. Riaño

La otra Gioconda by Peio H. Riaño

autor:Peio H. Riaño [Riaño, Peio H.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Arte
editor: ePubLibre
publicado: 2013-01-01T00:00:00+00:00


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La Gioconda no es Mona Lisa

Corre la leyenda sobre la existencia de dos retratos de Lisa. El Prado ha descubierto el otro. El cuento especula con que Leonardo pinta a Lisa Gherardini y entrega el retrato a Francesco del Giocondo. Más tarde, hace una copia de su propio cuadro y le cambia todos los rasgos. Los idealiza. Esa es la que llega a Francia y la que admiramos en el museo parisino. Esta teoría les sirve, sobre todo, a los historiadores que no encuentran una buena explicación de por qué Leonardo, que no retrató a mecenas, reyes, reinas ni papas, empleó su mejor arte y varios años en pintar a la segunda esposa de un empresario florentino dedicado a la venta de telas. Todos los que defienden esta visión clasista acaban asegurando que «Leonardo vio algo especial en la modelo» para justificar la supuesta fijación por una dama de categoría menor. Kenneth Clark va más allá del material con el que acostumbra a trabajar el científico y apunta, desde la mente y el corazón del pintor, que «podemos estar seguros, al menos, de que los sentimientos de Leonardo hacia la modelo de este retrato no eran los sentimientos normales de un hombre hacia una mujer hermosa». Muy seguros. «El artista veía en su modelo algo misterioso, en algún sentido también repulsivo, como la atracción física que el niño puede sentir hacia su madre». Demasiado subconsciente puede perjudicar la visión de una obra de arte. Quienes creen en la existencia de dos retratos que Leonardo pintó de la misma mujer asumen que la primera de ellas se ha perdido. Tiene todo el encanto de una buena novela de misterio.

El historiador Donald Sassoon, especializado en cultura popular y en La Gioconda, especula con esta fábula bastantes años antes del descubrimiento del Prado. «Es posible que el primer retrato no se perdiera del todo, en cuyo caso podría estar en cualquier parte, quizá en un desván olvidado». Los olvidos siempre caen en un desván. Pero ¿por qué no puede estar a la vista de todos? ¿En uno de los tres museos más importantes del mundo, oculta bajo un fondo negro que falsea su verdadera identidad?

Una vez más, la fábula se hace realidad. La aparición de la obra calma las ansiedades especulativas de los que han forzado los motivos que, supuestamente, demuestran la mano de Leonardo en el retrato de una ciudadana de segunda; él no la retrata, es tarea de un ayudante. La Gioconda del Prado es aquel retrato perdido que debería haber llegado a manos de la familia Del Giocondo, pero que, en realidad, nunca es entregado. En sus testamentos no hay ni rastro de una cita que haga referencia a un cuadro como este. Sabemos que fue encargado por Francesco, marido de Lisa, a Leonardo o, a la vista de la nueva versión, a su taller.

El alumbramiento del Prado ha hecho que algunas fichas más —no muchas— encajen en este interminable rompecabezas de quinientos años que compone la imagen más famosa



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