La muerte es sueño (2 ed) by Lou Carrigan

La muerte es sueño (2 ed) by Lou Carrigan

autor:Lou Carrigan
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Terror
publicado: 1981-01-01T00:00:00+00:00


Capítulo X

—¡QUÉ bonito es, míster Hodges…! ¡Es encantador!

—Me alegra mucho que le guste, Lilian —sonrió míster Hodges—. Ya le dije que era el más grande de la camada.

—Pobrecito, ¡qué pequeño es, sin embargo! Oh, míster Hodges, espero que sabré cuidarlo adecuadamente…

—La verdad es que todavía debimos dejarlo más tiempo con la madre, pero es grande y fuerte… Y ya tiene dos semanas, casi. Mientras no se olvide de darle el biberón, todo irá bien.

—No, no… ¡Claro que no me olvidaré! Mire, parece que quiere jugar…

—Vamos, vamos, miss Davis —rio míster Hodges—… ¡Es muy pequeño todavía! Pero no tardará mucho en romperle a usted todas las medias, ya verá… Imagino que tendré que buscarle otro suplemento de sueldo.

—Pues…

Lilian calló, y se quedó mirando a míster Hodges, que la contempló atentamente.

—/Ocurre algo?

Ella dejó el cachorro en la cesta dentro de la cual míster Hodges se lo había traído de su granja, cumpliendo su palabra.

—Es que… temo que voy a dejarle, míster Hodges.

—Que va a… a… ¿a qué?

—A dejarle. Ya no trabajaré.

—¡Pero miss Davis..!

—Me voy a casar.

Míster Hodges pareció recibir la terrible descarga de un rayo que lo estremeció. Luego, se dejó caer en su sillón, y se quedó mirándola, atónito.

—No es posible… —tartamudeó.

—Bueno, míster Hodges, me parece que no es muy galante por su parte decir eso —sonrió Lilian, un poco turbada.

—No, no… Perdone, Lilian. No interprete mal mis palabras, se lo ruego. Es usted una muchacha muy bonita… Sí, es muy bonita, inteligente, agradable… ¡Santo cielo, me hace usted papilla, Lilian!

—Lo siento por usted, míster Hodges. Pero he creído que… que debía decírselo cuanto antes, para que usted disponga de tiempo para buscar mi sustituta. Espero estar todavía en Londres el tiempo suficiente para ponerla al corriente de su modo de trabajar y…

—¡Esto es terrible para mí! Por los ángeles del cielo, está usted hablándome de una sustituta… ¡Ya no podré acostumbrarme a ninguna otra, Lilian!

—Oh, sí. Yo creo…

—Pero vamos a ver… ¿por qué dejar de trabajar? Existen en todo el mundo miles de mujeres que se casan y siguen trabajando, miss Davis. Podríamos…

—Es que me voy de Londres, ya se lo he dicho.

—Se va… ¿Adónde?

—A las Bahamas.

—¿A las…? Igual que… Un momento. ¿Ho será…?

—¿Se va usted a casar con Sean Cunningham? Él se despidió la semana pasada, diciéndome que a partir del próximo mes dejará el empleo… ¿Es con él?

—Sí —se iluminó el rostro de Lilian—… ¡Sí, con él!

—¡Bueno! —Exclamó míster Hodges—. Caramba, no se puede decir que míster Cunningham me haya hecho una buena jugada, ¿verdad? Deja la compañía, y además se la lleva a usted.

—Son cosas que pasan, míster Hodges.

—Claro… En fin… Oh, vamos, por supuesto que yo no puedo ser tan egoísta, ni tengo derecho a ello. Conque Sean Cunningham, nada menos. Considero que es usted una muchacha muy afortunada… ¡Y él más que usted! En lo personal, me alegro mucho, Lilian… Por los dos, sinceramente. Los considero a ambos excepcionales… Bueno, creo que mi actitud sólo puede ser una —se puso en pie, tendiendo la mano y sonriendo—… Les deseo la mayor felicidad del mundo, de todo corazón.



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