La danza de la serpiente by Pilar Ruiz

La danza de la serpiente by Pilar Ruiz

autor:Pilar Ruiz [Ruiz, Pilar]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Humor, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-06-16T00:00:00+00:00


* * *

Fue el propio Felipe Ángeles, matemático, escritor y comandante de artillería del Batallón del Norte, quien recibió a Reyes. Recién llegado a Ciudad Juárez desde el otro lado del río Bravo, José Juan tuvo que reconocer su fracaso: los vendedores de armas norteamericanos pedían una fortuna por aquellos cañones que deseaba el comandante Ángeles. Este suspiró y lo invitó a acompañarle fuera del edificio que albergaba a los mandos. Toda Ciudad Juárez era un cuartel desde que fuera tomada por los villistas hacía solo unas semanas y el ímpetu de la victoria aún permanecía en el ambiente. Ángeles y Reyes se acercaron hasta un viejo ocupado en limpiar una ametralladora delante de ellos, en la misma calle.

—Así estamos, Reyes: fíjese en nuestra artillería. Estas ametralladoras las agarraron los caballistas a puro lazo.

Al viejo, un serrano de pellejo duro y oscuro como el cuero de una silla de montar, sentado en el suelo mientras limpiaba la ametralladora, le gustaba mucho hablar.

—Ya lo vido, mijo… A mi general le gustan las güenas armas y contimás estas coconas nuevesitas que compró el borracho de Huerta pa los darnos en la madre a los pelavacas. Ora hay que quitarle la sangre de los pelones, la sangre es muy mala pa los mecanismos… Los pega y los oxida. Tese sosiego y aprenda m’ijo, que hasta pelos y dientes he tenido que sacar de las cajas de mecanismo…

Para más abundamiento y por si el comandante y el otro eran desconfiados, mostró las tripas de la máquina mortífera que la soldadesca llamaba «cocona».

—Lo que le dije… Y mientras los federales disparan cañones Schneider y Saint Chamond —dijo el comandante Ángeles.

—Canijas bombas. Lo hacen a uno pedacitos —farfulló el vejete entre las encías mondas mientras se alejaban.

La Bola, la revolución, rodaba ya con fuerza imparable y nada haría desistir a sus líderes; así que después de aquellos pocos días en Ciudad Juárez, José Juan Reyes fue enviado a una nueva misión: esta vez a Europa, en una decisión directa de Pancho Villa, el Centauro del Norte.

Desde 1912, Reyes era el hombre de Villa en las negociaciones con mercenarios y traficantes en el enorme ruedo de tratantes de armas. Pero nadie fiaba en la victoria del ejército revolucionario, menos cuando era conocida su falta de plata y su sobra de luchas internas. Además, con la amenaza de una guerra en Europa, los precios se habían puesto en las nubes, como había contado el enviado villista a Felipe Ángeles. Ni por similares convicciones había Reyes encontrado apoyo para su causa: le fallaron sus contactos italianos, armenios, suecos… La baza más fiable había sido la ofrecida por dos soldados del Ejército Republicano Irlandés que llevaban años combatiendo por la causa revolucionaria en México. Mallory y Quinn aseguraron que sus compañeros de lucha, allá en la lejana isla, ayudarían a conseguir las tan ansiadas armas y a Reyes le faltó tiempo para presentarse en Dublín. Pero tras meses de clima terrible y una aún más terrible dieta a base de



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.