Amor ciego by Jana Westwood

Amor ciego by Jana Westwood

autor:Jana Westwood [Westwood, Jana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-06-28T00:00:00+00:00


Capítulo 11

Emma y Elizabeth pidieron cenar en su habitación y cuando los demás se marcharon la mayor de las Wharton encaró a su tía con determinación.

—¿Qué ha pasado?

—Ya os lo he dicho, ha sido el calor.

—Elizabeth… —Se sentó junto a ella en el sofá. Seguía pálida⁠—. Nunca nos hemos mentido.

Su tía apartó la mirada. No quería llorar, eso solo haría que se sintiese más estúpida.

—¿El señor Bertram ha dicho algo que…?

—¡No! —La interrumpió—. Él ha sido encantador conmigo en todo momento.

—¿Entonces?

—Seguro que te has dado cuenta de lo que pretendía Katherine. Todos se han dado cuenta.

—¿Te refieres a sus intentos por acercaros?

—¿Acercarnos? Solo le ha faltado empujarlo contra mí.

—No tenía mala intención.

—Ya lo sé, pero eso no hace que sea menos humillante. Cuando él se ha dado cuenta ha interpuesto al conde entre nosotros como una barrera. Qué vergüenza, Dios mío. —⁠Las lágrimas vencieron su resistencia al fin.

Emma la cogió de las manos y le dejó unos segundos para recuperarse.

—Y ¿sabes qué es lo peor? Que me he ilusionado como una tonta —⁠confesó Elizabeth⁠—. Nunca me había sentido así antes. Es tan amable y caballeroso. Y tan divertido…

—¡Oh, Elizabeth!

—Sí, compadécete de mí, me lo merezco. No debería haber venido. —⁠Se limpió las lágrimas y luego la nariz⁠—. Sabía que no debía exponerme, aunque ni se me pasó por la cabeza que algo así pudiese ocurrirme. Me tenía por una persona razonable y mínimamente inteligente.

—Deja de maltratarte —pidió Emma⁠—. No puedes vivir encerrada, esa no es la solución.

—Sí puedo y es lo que voy a hacer a partir de ahora. No dejaré que volváis a convencerme. Tu madre tendrá que entenderlo.

—A mí tampoco me gusta exponerme, pero solo era un juego.

—¡William Bertram, Emma! No estamos hablando de un mozo de cuadras. ¿Cómo he podido siquiera soñar que alguien como él pudiese…?

—No hables así.

—¿Así cómo?

—Como si tuvieses algo malo.

Su tía la miró como si no la conociera.

—¿Lo dices en serio? ¿Crees que alguien en vuestro mundo puede ignorar de dónde provengo? ¿Qué olvidarán que mi madre se entregó al barón de Harmouth sin estar casada? ¿Qué dio a luz una hija a la que su padre jamás reconoció?

—Esa mancha no es tuya —dijo Emma enfadada⁠—. Son ellos los que deberían pagar, no tú. ¡Es tan injusto!

—Es injusto, sí, pero no podemos hacer nada para cambiarlo. Soy una bastarda.

—¡Elizabeth!

—¡Lo soy! —gritó con rabia—. Déjame decirlo una vez en la vida, al menos. Deja que demuestre mi desesperación. Solo hoy, después no volveré a incomodarte demostrando que tengo sentimientos.

—¿Cómo puedes decirme esto? Sabes lo mucho que te quiero. Me importa todo lo que te pase y tus sentimientos no me incomodan.

Emma tenía los ojos llenos de lágrimas y Elizabeth se conmovió consciente de que Emma no lloraba nunca.

La abrazó con fuerza sin poder contener sus propias lágrimas. Emma era la única que la entendía de verdad. Apoyo la cabeza en su hombro y permitió que las palabras salieran, consciente de que nunca volvería a darse tamaña libertad.

—Mi madre cometió un pecado imperdonable, lo sé, y tengo asumido mi papel en esta vida.



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