La Biblia según Dios (POP CULTURA POPULAR) (Spanish Edition) by @diostuitero

La Biblia según Dios (POP CULTURA POPULAR) (Spanish Edition) by @diostuitero

autor:@diostuitero
La lengua: spa
Format: azw3
editor: Malpaso
publicado: 2019-05-20T00:00:00+00:00


OSEAS

EL RICHARD GERE DE LA BIBLIA

Oseas, aparte de tener un nombre tan pijo, fue uno de los profetas menores. Los profetas menores son doce, como mis apóstoles, y como las Doce Tribus de Israel, y se llaman así no porque fueran más pequeños, sino porque sus escritos son más breves. Todos ellos se agruparon en la Biblia hebrea en un mismo rollo llamado Testamento de los Doce. Ellos fueron: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.

Oseas era un tipo que vivía en el reino del norte, Israel, en los tiempos anteriores a su caída bajo el Imperio asirio (720 antes de mí, recordad).

Estaba tan tranquilo, y tal como nos cuenta el mismo Oseas, le sorprendí un día con esta orden:

—Cásate con una prostituta, y engendra hijos de prostitución, porque esta tierra se ha entregado a la prostitución y se ha apartado del Señor.

Sí, hijos míos, eso le ordené. Ya os digo que la obsesión de la Biblia con las prostitutas es digna de estudio. El caso es que, antes de que se rodase Pretty Woman, ya había adelantado yo el guion en el libro de Oseas.

Mi profeta me obedeció y se casó con una ramera llamada Gomer, que le dio un hijo, al que indiqué que pusiese por nombre Jezrael, pues le dije que «rompería el arco de Israel en el valle de Jezrael», es decir, que acabaría con el reino de Israel.

Oseas no me dijo nada, pero no debía estar muy contento teniendo que casarse con una prostituta y encima que su hijo llevase un nombre asociado a la futura destrucción de su pueblo, que yo le acababa de revelar. Seguro que en su aldea le miraban raro.

Al menos se lo pasaba bien con Gomer y esta pronto quedó embarazada de nuevo y dio a luz a una hija, a la que ordené que pusieran de nombre «No-compadecida», explicándole que era porque no me compadecería más de Israel y sí en cambio de Judá.

Otra vez Oseas no objetó nada, pero supongo que no debía estar dando saltos de alegría. Y la pobre niña cuando fuese al colegio y pasasen lista, tampoco. Por mucho menos de eso se han provocado terribles traumas infantiles. Entre su nombrecito y la profesión de su madre la pobre no lo debería llevar nada bien.

Volvió a concebir Gomer, y dio a luz a un hijo, al que por supuesto también bauticé: le puse otro nombre aún peor: «No-mi-pueblo», y les dije a los felices papás que ellos ya no eran mi pueblo ni yo su Dios.

Llegados a este punto, Oseas debía pensar que era el profeta más pringado de toda la Biblia, pero no me rechistó. Siguió con su vida, dándole al tema con Gomer, y llevando a sus pobres hijos al colegio y al psicólogo.

Al final me dio un poco de penilla y para consolarle le auguré que, a pesar de todo, los israelitas acabarían siendo tantos como la arena del mar, esas cosas que digo yo. Y



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