I am Ozzy (confieso que he bebido) by Ozzy Osbourne & Chris Ayres

I am Ozzy (confieso que he bebido) by Ozzy Osbourne & Chris Ayres

autor:Ozzy Osbourne & Chris Ayres [Osbourne, Ozzy & Ayres, Chris]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2008-12-31T16:00:00+00:00


MIENTRAS DORMÍA

Randy me dio la noticia en el autobús de la gira entre Tennessee y Florida.

—Creo que no quiero seguir tocando rock’n’roll dijo.

Esperé a que se le escapara la sonrisa. Pero no sonrió.

Estábamos sentados en una mesita de camping, en la zona de cocina del autocar, que era como un hotel de cinco estrellas sobre ruedas. Tenía televisores colgados del techo, moquetas mullidas, aire acondicionado, ventanillas de limusina, acabados en blanco y oro y (por supuesto) un bar muy bien surtido.

Yo había estado bebiendo ginebra toda la noche. Después del marrón en El Álamo, había decidido dejar el Courvoisier durante algún tiempo.

Randy fumaba y le daba sorbitos a una lata de Coca Cola. Casi no bebía alcohol. Sólo le gustaba el licor de anís, una mierda espesa y lechosa. Tampoco se metía drogas, aunque lo compensaba de sobra con el tabaco. En serio, habría ganado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos del cáncer de pulmón.

—¿Estás de coña? —le dije intentando no atragantarme con la bebida.

—No, Ozzy, lo digo en serio.

No podía creerme lo que estaba oyendo.

Era pasada la medianoche, no sé, las tres o las cuatro de la madrugada, y Randy y yo éramos los únicos que seguíamos despiertos. Sharon estaba en el dormitorio trasero. Rudy y Tommy estaban espatarrados en sus literas, al igual que varios miembros del equipo que viajaban con nosotros, entre ellos Rachel Youngblood, una señora negra de cierta edad que se ocupaba del vestuario, el estilismo y el maquillaje. Me sorprendía muchísimo que pudiesen dormir, porque el autocar chirriaba y temblaba como si fuese a caerse a pedazos. Teníamos mil kilómetros largos de viaje desde Knoxville hasta Orlando, y el chófer iba a toda leche. Recuerdo que miré por la ventanilla y al ver cómo los faros de los demás coches y camiones pasaban volando a nuestro lado pensé: «En cualquier momento se le caen las ruedas a este trasto». No tenía ni idea de que el chófer iba enfarlopado. Lo supe luego gracias al informe del forense.

También es verdad que yo no me enteraba de nada. No podía con toda la priva y la coca y yo qué sé cuántas cosas más que me metía en el cuerpo las veinticuatro horas del día.

Pero sí sabía que no quería que Randy se fuese.

—¿Cómo lo vas a dejar ahora? —le dije—. Ahora es cuando empezamos a asomar, tío. Sharon dice que quizá se vendan incluso más copias de Diary of a Madman que de Blizzard. Está dando el zambombazo en todo el mundo. ¡Esta noche tocamos con los putos Foreigner, tío!

Randy se encogió de hombros y dijo:

—Quiero ir a la universidad. Sacarme un título.

—¿Estás loco? —le dije yo—. Sigue como hasta ahora un par de años más y te podrás comprar la puta universidad entera.

Eso por lo menos le hizo sonreír.

—Mira —continué—. Estás agotado. ¿Por qué no descansas y te relajas un poco, eh?

—Lo mismo podría decirte, Ozzy.

—¿Y eso a qué viene?

—Vas por la cuarta botella de ginebra en veinticuatro horas.

—Para seguir contento.

—Ozzy, ¿por



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