GuíaBurros El póker de cerca by Yossi Obadía

GuíaBurros El póker de cerca by Yossi Obadía

autor:Yossi Obadía [Obadía, Yossi]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788417681449
editor: Editatum
publicado: 2018-05-01T22:00:00+00:00


Rompiendo mitos

Málaga, agosto de 1976. Mis padres se habían mudado a la capital de la Costa del Sol, así que aproveché para pasar unos días con ellos y tomarme unas merecidas vacaciones. El primer día era domingo. Mis padres y mis hermanas estaban listos para ir a la playa de santa Ana en Benalmádena, donde solían pasar todos los domingos del verano. Al final de la tarde, y después de un bochornoso día de insoportable terral, nos volvimos a casa en el viejo Fiat 1500 de mi padre.

Una vez aseado, me fui a dar una vuelta por el barrio donde se había instalado mi familia. Pregunté a unos amigos si conocían algún garito en el que se jugara al póker, y me dijeron que en el contiguo barrio del Perchel había dos: El Bori y El Patio Andaluz. El Bori era una freiduría y marisquería de las de toda la vida, esas de donde te podías llevar el pescaíto frito a casa en un cucurucho. Detrás de la barra había una puerta que daba al almacén del bar, donde se celebraban timbas casi todas las noches.

Al entrar pregunté por el dueño. Le dije que venía de parte del “tuno” –así llaman a los pillos en Málaga– y que quería jugar. Él me indicó la entrada al almacén, y allí me dirigí. Apenas entré y contemplé el cuadro, sentí vértigo. Frente a mí se encontraba sentado un individuo con el torso desnudo, que no debía pesar menos de 130 kilos. Sostenía un pañuelo con el que se secaba continuamente el sudor de su frente. Era el jefe de un negocio ilícito; se dedicaba a la venta de lotería clandestina a la que llamaban “La rápida”. Detrás de él se encontraban sus dos “guardaespaldas”.

A su derecha estaba sentado un personaje con una cicatriz en la cara que le iba desde el pómulo hasta el labio superior. Llevaba un sombrero de paja y tenía la camisa abierta. Se dedicaba a trapichear con joyas robadas.

El otro asiento lo ocupaba un hombre misterioso de piel oscura al que llamaban “el indio”. Era un contrabandista que iba cuatro días a la semana a Melilla a traer todo tipo de mercancía de contrabando, especialmente tabaco, quesos, mantequilla y whisky.

El cuarto jugador era un hombre con aspecto malvado. Se parecía al torero Santiago Martin “El Viti”, y no únicamente en su aspecto físico, sino también en su semblante serio. No movía un músculo de la cara ni cuando hablaba, y parecía una estatua de escayola. Decían que era un guardia civil corrupto que dejaba pasar el estraperlo “al indio” cuando venía en el melillero.

En el centro de la mesa había una botella de Johnny Walker y varios vasos de duralex viejos y rayados. Todos allí estaban fumando, y el humo del tabaco en ese día de calor soporífero volvía el ambiente irrespirable. Apenas vi el panorama me dije: “Pero, ¿qué estás haciendo aquí?”. Hice un gesto como para dar la vuelta e irme, pero en ese momento llego “el tuno”.



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