Espíritu vengativo by Graham McNeill

Espíritu vengativo by Graham McNeill

autor:Graham McNeill [McNeill, Graham]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2017-01-31T00:00:00+00:00


* * *

Los titanes gemelos Warlord de la Legio Fortidus salieron dando grandes zancadas de las sombrías cavernas de Profundidades de Zanark. Los seguían lo que quedaba de su legión. Las fuerzas del princeps Uta-Dagon se componían de dos Warlord y cuatro Warhound. En la mayoría de campos de batalla, eso habría bastado para sobrevivir.

Pero para luchar contra las fuerzas que amenazaban al auspex de Uta-Dragon, era como escupir en el ojo de una tempestad.

Cuando llegaron las noticias de que había una guerra civil en Marte, Uta-Dagon asumió que sus hermanos titánicos estarían en el corazón de la batalla, junto a los que le eran fieles al Emperador. Pero después, cuando supieron más detalles de la catástrofe que arrasaba el planeta rojo, la verdad salió a la luz.

Ellos eran todo lo que quedaba de la Legio Fortidus.

Y, en realidad, eso no cambiaba nada.

Molech estaba en guerra y el causante de la ruina de su Legio se encontraba ante él.

Uta-Dagon flotó en su tanque amniótico en la cabecera del Venganza Roja, el titán Warlord que pilotaba desde hacía ochenta años y al que le había cambiado el nombre tras un tener un vívido sueño lúcido con el Colector. Su hermana princeps, Utu-Lerna, también se había visto obligada a cambiarle el nombre a su máquina, un Warlord cuya nueva designación era el Extirpasangre.

Hacía mucho tiempo ya que Uta-Dagon había sacrificado sus ojos orgánicos por el bien de la Legio, pero los autosentidos del Venganza Roja interpretaban que el cielo era de un color carmesí intenso.

—Es un buen cielo bajo el que morir —⁠dijo Utu-Lerna, leyendo sus pensamientos a través del Colector como solía hacer a menudo. Eran gemelos y les habían cortado los cordones umbilicales bajo la lluvia del Olimpo de Pax. Se consideró que su nacimiento era propicio, lo que se demostró cuando la Collegia Titanica los admitió cuando tan solo eran bebés.

—Venganza Roja y un cielo rojo.

—Por el Planeta Rojo —puntualizó Utu-Lerna.

Las naves incendiadas llenaban el cielo. ¿Habrían visto sus hermanos de Marte un cielo como aquel antes de morir? Esperó que así fuera, porque la Legio había nacido bajo un cielo semejante, en la lucha en el valle de Dyzan contra el resurgente clan Terrawatt.

—Los veo, hermano —observó Utu-Lerna. La perspectiva de guerra del Extirpasangre era más entusiasta que la del Venganza Roja y Uta-Dagon había aprendido a confiar en las interpretaciones de los sentidos de la máquina de su gemela.

Unos segundos más tarde, Uta-Dagon también los vio. Quince máquinas aparecieron en el horizonte cargado de estática, marchando a paso largo hacia el sur para buscar a los supervivientes de Avadon. Una gran columna de vehículos blindados se enjambraban a los pies del titán como carroñeros alrededor de los depredadores alfa.

En tres minutos o menos, los titanes enemigos entrarían en el alcance de las fuerzas imperiales que se retiraban. Miles morirían a menos que los perseguidores encontrasen un objetivo más tentador.

Uta-Dagon oyó una inspiración de aire detrás de él y giró su maltrecha figura en el tanque lleno de fluido.



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