El regreso de Quetzalcóatl by Juan Miguel Zunzunegui

El regreso de Quetzalcóatl by Juan Miguel Zunzunegui

autor:Juan Miguel Zunzunegui [Zunzunegui, Juan Miguel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2021-08-01T00:00:00+00:00


EL SACRIFICIO DE LOS DIOSES MUESTRA

SU DIVINIDAD A LOS HOMBRES

Toda la visión de Tlacaélel quedó manifestada en el Templo Mayor. Arriba, encumbrado y victorioso, un adoratorio a su hechicero convertido en dios, compartiendo gloria con Tláloc, dios venerado por todos los pueblos; y abajo, un disco gladiatorio con la efigie de Coyolxauhqui para dejar claro que la oscuridad de la noche ha sido derrotada por el sol guerrero.

Frente a esa representación del drama cósmico, y justo por donde se oculta el sol, se alza el adoratorio de Quetzalcóatl, el culto que los pretende hermanar en la raíz tolteca con los demás pueblos. Tenochtitlán se ha convertido en la ciudad sagrada donde se unen el cielo y la tierra, y su Templo Mayor es el símbolo del cerro de Coatepec, el lugar donde la luz vence a la oscuridad.

Pero la luz vence a la oscuridad a costa de mucha sangre; es una luz muy sombría la que se extiende sobre el Anáhuac. La abundancia, prosperidad y felicidad de los toltecas tenían como origen la virtud de su propio príncipe haciendo a diario oraciones, penitencias y mortificaciones; el centro de su mundo era la virtud tolteca de Ce Ácatl y esa enseñanza era el verdadero legado. Ahora el centro del mundo de los hijos de los toltecas es un santuario que simbolizaba todo lo contrario.

El templo era la culminación de un pacto sellado con su dios mucho tiempo atrás, cuando eran los chichimecas despreciados por los hombres civilizados, cuando vagaban por el desierto, cuando venían del norte sin posesión alguna. Su dios les prometió que los iría guiando a través del desierto hasta indicar el sitio donde debían establecerse. Esa historia, del dios que les indica el rumbo, la venían contando desde tiempo atrás; ya empoderados, hicieron las variaciones necesarias al mito.

En la versión de Tlacaélel, el dios sol, Huitzilopochtli, se habría manifestado a los mexicas en Aztlán, donde eran un pueblo avasallado, para guiarlos en una peregrinación sagrada con rumbo a una tierra prometida, donde los haría amos y señores de cuanto pudieran ver, y les daría poder sobre los cuatro rincones del mundo. Eran un pueblo elegido, con una tierra prometida y una misión sagrada: dar vida al universo.

La peregrinación sagrada, según Tlacaélel, terminaría cuando encontraran un símbolo divino: un águila sobre un nopal devorando una serpiente. El árbol de la vida mesoamericano, con la materia siendo devorada por el espíritu. Serpiente y plumas, los dos elementos constitutivos de Quetzalcóatl.

El dios de las planicies del desierto, de los guerreros nómadas, manda a su pueblo a buscar a la Serpiente Emplumada, el dios de la civilización. Un símbolo maravilloso. Fue el propio dios nómada el que les encomendó la misión de invadir y conquistar la civilización, por el bien de la civilización misma, pues sólo el pueblo elegido podrá alimentar al sol para que la vida continúe.

Son los bárbaros del norte designados por una divinidad para viajar al sur[60] y apoderarse de la civilización. Es un pacto. El dios hechicero los



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