El primer hereje, N.º 14 by Aaron Dembski-Bowden

El primer hereje, N.º 14 by Aaron Dembski-Bowden

autor:Aaron Dembski-Bowden [Aaron Dembski-Bowden]
La lengua: spa
Format: epub
editor: MINOTAURO
publicado: 2016-06-06T00:00:00+00:00


Vendatha no era estúpido. Sabía que tenía pocas probabilidades de sobrevivir a los siguientes momentos, y también que los reflejos del primarca eran el culmen de la posibilidad biológica, más veloces incluso que los suyos, que rozaban lo sobrenatural.

Pero Lorgar se mantuvo tranquilo, con los músculos relajados. Esperaba realmente que el custodio tuviera en cuenta su oferta de tregua, y ese error de juicio fue suficiente para que Vendatha lo intentara. Apretó el gatillo del asta, y el bólter que la alabarda llevaba incorporado disparó una ráfaga en fuego automático.

Argel Tal vio lo que iba a ocurrir. Las espadas de hierro rojo interceptaron los tres primeros proyectiles. Los campos de energía de las hojas tuvieron la potencia suficiente para hacer estallar los proyectiles en su trayectoria hacia el corazón del primarca. Las explosiones lanzaron de espaldas al capitán, y la armadura gris chirrió al deslizarse por el suelo con el crujido propio de la ceramita al desgarrarse.

Vendatha ya se estaba moviendo para entonces. El guerrero de armadura dorada se lanzó hacia el primarca con la lanza guardiana girando en las manos y un juramento de fidelidad al Emperador en los labios. Cuatro portadores de la palabra se interponían en su camino, y esos cuatro portadores de la palabra tendrían que morir.

Rikus fue el primero en caer. La hoja del arma del custodio se incrustó en la débil unión de la gorguera del capellán y le atravesó la garganta hasta salir por la nuca. Tsar Quorel fue el siguiente en morir, y lo hizo decapitado por un golpe de barrido de la cuchilla cargada de energía. Murió antes de haber podido apretar el gatillo.

Deumos logró disparar una ráfaga de bólter, pero ninguno de los proyectiles dio en el blanco. Vendatha se echó hacia la izquierda, golpeó el bólter del señor del capítulo con el extremo romo del astil, lo que desvió el arma, y a continuación efectuó un barrido con la hoja que le amputó las dos manos al portador de la palabra a la altura de los antebrazos. Deumos apenas tuvo un momento para jadear por la sorpresa antes de que la alabarda lo golpeara de nuevo y el filo le atravesara el cuello y lo decapitara de un tajo limpio.

Vendatha hizo girar el arma hasta que la punta afilada y el cañón del bólter incorporado apuntaron de nuevo hacia el corazón de Lorgar. Los cuerpos se desplomaron en el suelo, a la espalda del custodio, en una lenta sucesión. Habían pasado sólo tres segundos.

Argel Tal todavía se estaba levantando del suelo. Tan sólo Xaphen se interponía entre el primarca y su atacante, pero el capellán había utilizado aquellos escasos pero valiosos segundos para empuñar el bólter, con el que apuntaba directamente a la placa facial del casco de Vendatha.

—Quieto —le advirtió.

—Lorgar, decimoséptimo hijo del Emperador, entrégate a mi custodia de inmediato.

—Has matado a mis hijos. —Lorgar se tapó la boca con una mano—. Ni siquiera te habían ofendido. Ni una sola vez. ¿Esto es lo que te permite hacer



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