El caos crece by Timothy Zahn

El caos crece by Timothy Zahn

autor:Timothy Zahn [Zahn, Timothy]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2020-09-01T00:00:00+00:00


Thalias no había estado nunca en una nave alienígena. No era extraño, la mayoría de los viajes al exterior de la Ascendencia los había hecho cuando era camina-cielos y la Sindicura no estaba dispuesta a dejar escapar un recurso tan valioso.

Pero había estado en naves que llevaban alienígenas del Gremio de Navegantes, normalmente naves diplomáticas o militares que querían dar la falsa impresión de que los chiss no disponían de sus propios navegantes, pero sin estar a expensas de aquellos alienígenas, si necesitaban viajar a gran velocidad.

Una vez le preguntó a uno de los altos oficiales qué pasaría si la camina-cielos debía ocuparse de la navegación y el navegante alienígena descubría el secreto de la Ascendencia. La respuesta fue vaga, pero vio una frialdad en la mirada del oficial que la disuadió de volver a preguntarlo nunca más.

Pero que los alienígenas no pudieran verla no significaba que ella no pudiera verlos a ellos. En la mayoría de aquellos viajes, el comandante de la nave la dejaba observar el puente por los monitores de su suite, aunque solo fuera para observar cómo trabajaban aquellos otros navegantes.

Nunca era tan excitante como esperaba. La mayoría de los navegantes se limitaban a sentarse en su puesto, a veces con los ojos cerrados, otras muy abiertos, tocando los controles ocasionalmente, cuando se aproximaban a algo que querían esquivar. Tardó bastante en comprender que su propia tarea como camina-cielos seguramente era tan anodina como la de ellos.

Pero allí, en una nave garwiana, donde su identidad y antiguo estatus no le importaban a nadie, quizá tuviera oportunidad de observar al navegante desde cerca. Quizá así comprobaría si le quedaba la suficiente Tercera Visión para percibir qué hacía.

Era muy improbable, por supuesto. De hecho, las posibilidades eran prácticamente cero. La Tercera Visión siempre abandonaba a las camina-cielos a los catorce o quince años y Thalias había dejado atrás aquella edad hacía mucho.

Aun así, por lo que sabía, nadie había intentado colocar a una camina-cielos junto a un navegante alienígena en plena acción. Solo por eso merecía la pena intentarlo. Tal como le había dicho Thrawn en una ocasión, la información negativa también era información.

La tripulación del turno de noche del puente resultó ser más reducida que el equivalente en las naves chiss; solo tres garwianos y el navegante. Una de los garwianos, presumiblemente la oficial al mando, levantó la vista cuando Thalias cruzó la compuerta.

—¿Qué hace aquí, chiss? —le preguntó.

—Soy la acompañante del maestro artístico Svorno —dijo Thalias, inclinando la cabeza y manteniendo los hombros gachos. Thrawn y ella habían debatido hasta qué punto querían difundir su supuesta identidad de rehén; si eran demasiado discretos quizá no llegase a oídos de los nikardun y si eran demasiado abiertos el presunto secreto cultural de los chiss podría perder credibilidad. Habían decidido que se identificase como su acompañante, pero que mostrase los modos y el lenguaje corporal de alguien que no era dueño de su destino.

Un papel al que le resultaba inquietantemente fácil adaptarse.

—Me ha pedido que tome nota y memorice los tatuajes del rostro de nuestro navegante.



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