Desobediencia civil y otros escritos by Henry D. Thoreau

Desobediencia civil y otros escritos by Henry D. Thoreau

autor:Henry D. Thoreau [Thoreau, Henry D.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 1849-01-01T05:00:00+00:00


La noche en prisión fue una novedad interesante. Cuando entré, los presos en mangas de camisa disfrutaban charlando y tomando el fresco de la tarde en la puerta. Pero el carcelero dijo: «¡Vamos, muchachos, es hora de cerrar!», y todos se dispersaron y oí el sonido de sus pasos volviendo a los oscuros aposentos. El carcelero me presentó a mi compañero de celda como un «individuo inteligente y de buen natural». Cuando cerraron la puerta me enseñó dónde podía colgar el sombrero y cómo se las arreglaba uno allí dentro. Blanqueaban las celdas una vez al mes y esta, si no las demás, era la habitación más blanca, más sencillamente amueblada y probablemente más limpia de toda la ciudad. Mi compañero se interesó inmediatamente por mí: quería saber de dónde era y qué me había traído aquí, y cuando se lo dije le pregunté a su vez cómo había venido él, dando por supuesto que se trataba de un hombre honrado, y tal como está el mundo, creo que lo era. «Pues —dijo— me acusan de incendiar un granero, pero no lo hice». Según pude averiguar, probablemente había ido a dormir la borrachera a un granero y al fumar allí su pipa, el granero se incendió. Tenía fama de hombre listo, llevaba tres meses esperando el juicio y tendría que esperar otro tanto aún; pero se había adaptado y aceptaba su situación puesto que le mantenían gratis y le trataban bien.

Él ocupaba una ventana y yo la otra, y me di cuenta de que si uno permanecía allí mucho tiempo su quehacer principal consistiría en mirar por la ventana. Muy pronto había leído todos los panfletos que se habían ido dejando allí y examinando por dónde se habían escapado otros presos y dónde habían aserrado una reja y también conocí anécdotas de varios ocupantes de aquella celda. Descubrí que incluso había una historia y unos chismes que jamás salían de los muros de la prisión. Probablemente sea esta la única casa en la ciudad donde se componen versos que luego se copian aunque no lleguen a publicarse. Me enseñaron una larga lista de versos compuestos por varios jóvenes a los que habían descubierto en plena huida, y los cantaban para vengarse.

Le saqué a mi compañero de celda toda la información que pude temiendo no volver a verlo nunca más; pero finalmente me indicó cuál era mi cama y se alejó para apagar la lámpara.

Pernoctar allí esa noche fue como viajar a un país que jamás hubiera imaginado conocer. Me parecía que nunca antes había oído las campanadas del reloj del Ayuntamiento, ni los ruidos de la noche en la ciudad y es que dormíamos con las ventanas abiertas por dentro de la reja. Era como contemplar mi ciudad natal a la luz de la Edad Media y nuestro Concord convertido en el Rin, con visiones de caballeros y castillos desfilando ante mí. Eran las voces de mis vecinos en las calles lo que yo oía. Me convertí en un espectador



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.