Cultura popular en la Europa moderna by Peter Burke

Cultura popular en la Europa moderna by Peter Burke

autor:Peter Burke [Burke, Peter]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Alianza Editorial
publicado: 2014-09-24T22:00:00+00:00


La nobleza

La nobleza parece haber gozado de mejor imagen de la que cabría esperar. El caballero era un héroe popular. Si bien las novelas de caballería medievales nos ofrecen un claro ejemplo de la literatura de, para y sobre la nobleza, no cabe duda de que resultaban muy atractivas en el período estudiado. Se las resumía en libretos de cuentos o baladas y se las representaba en obras de teatro, incluso de guiñol. Los franceses tenían a Rolando (conocido en Italia como Orlando), los daneses a Holger (conocido en Francia como Ogier), los ingleses a Guy de Warwick, los españoles al Cid, los rusos a Ilya de Murom y los serbios a Marko Kraljević. El romance de Los cuatro hijos de Aymon (representados a lomos del famoso caballo Bayardo) era muy famoso en Francia, Países Bajos y Alemania, y el hermano mayor de los cuatro, Renaud de Montauban, siguió una carrera gloriosa e independiente en Italia con el nombre de Rinaldo.

El héroe-guerrero tiene más o menos las mismas características en casi todos los romances. Siempre es un personaje valeroso y fuerte. A Marko, por ejemplo, se le describe «llevando sobre la espalda un buey al que agarra por la cola mientras camina totalmente erguido». Durante los siglos XVI y XVII, podía verse cerca de Turín una gran roca partida por Orlando en dos «con su espada», según decían los «crédulos campesinos»441. El guerrero también era orgulloso. El adjetivo más común en las baladas españolas para referirse al Cid era el de soberbio, lo que explica su sensibilidad hacia los insultos, tanto reales como imaginarios, y su rapidez en vengarlos. Algo parecido ocurre en una balada rusa en la que se representa a Ilya de Murom luchando contra Vladimir, príncipe de Kiev, porque este no le había invitado a una fiesta. En Les quatre fils de Aymon, Renaud mata a Bertolais, sobrino de Carlomagno, porque le había golpeado durante una partida de ajedrez. Con la importante excepción de Pierre de Provence, el caballero suele ser un diamante en bruto, de rudos modales e interesado únicamente en hacer la guerra y no el amor. El Cid y Guy de Warwick rechazan a sus mujeres y optan por las gestas guerreras. En Les quatres fils de Aymon tampoco tiene cabida el tema del amor. En la tradición popular, la chanson de geste tuvo más influencia que el roman courtois.

La popularidad del caballero fue tan grande que un elevado número de santos ostentan sus características: no solo san Martín, san Florián y san Mauricio (que se supone que habían servido en el ejército romano antes de su conversión), sino también san Jorge, san Jacobo e incluso el arcángel san Gabriel. En Los siete campeones de la cristiandad, san Jorge y san Jacobo van acompañados de caballeros tan valerosos como san Denís, san Antonio de Padua, san Andrés, san Patricio y san David442.

Desde el punto de vista militar, en 1500, un caballero con armadura ya era un anacronismo. A medida que la guerra se convirtió



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