Clemente by David Maraniss

autor:David Maraniss
La lengua: eng
Format: epub
editor: Atria Books
publicado: 2006-07-15T00:00:00+00:00

Tres años antes, Clemente había comenzado a embarcar su auto a los Estados Unidos para usarlo durante la temporada. Dorsey lo recogería en el puerto de Newark y lo conduciría hasta Pittsburg. El conocimiento de embarque mostraba que a Clemente le costó $203,76 enviar por carga su Cadillac blanco de tonelada y media de peso. Era ahora parte de la rutina de la temporada, el Caddy siguiendo a Momen en sus migraciones entre la isla y el continente. En muchos sentidos, esta nueva temporada marcó un cambio para Clemente, un momento en que se acercaba a la plenitud de su vida y su carrera, pero a sus días no le faltaron algunos momentos borrascosos.

El seis de mayo rara vez encontraba a Clemente en su mejor momento. En 1965, ese fue el día de la reacción a su exabrupto de “¡cámbienme!”. En 1966 su explosión no fue verbal, sino física. En el monumento de su vida, he aquí un día para argüir contra la santidad. No todo acerca de él podría resolverse con la explicación de que era incomprendido. Lo cierto era que tenía mal genio y ocasionalmente cometía estupideces. Ésta fue una de esas veces. Los Piratas estaban de gira, jugando con los Filis en Filadelfia. Habían comenzado la temporada sólidamente, con trece victorias en los primeros diecinueve juegos, bastante bueno para aspirar al primer lugar. Pero este viernes por la noche, luego de empatar el juego en la última entrada y tomar una delantera de cuatro carreras en la oncena, los Piratas se hicieron pedazos, sus malas jugadas le permitieron a los Filis volver con cinco en la segunda parte de la entrada para ganar el juego, ocho a siete. Un error decisivo se produjo cuando Clemente lanzó la pelota hacia el plato luego de un hit al jardín derecho, y el tiro rebotó de la pierna del primera base, Donn Clendenon, cuando éste trató de interceptarla. Después de la derrota, el camerino de los visitantes en el estadio Connie Mack era un abrevadero de hombres malhumorados y maldicientes.

Media hora más tarde, mientras los Piratas estaban abordando el autobús del equipo en la avenida Lehigh cerca de la calle Veintiuna para regresar al hotel Warwick, Clemente se vio rodeado por varios admiradores. Entre ellos estaba Bernie Heller, un chico de diecinueve años del pueblo de Mary D, que estudiaba metalurgia en la Escuela de Artes y Oficios Theodore Stevens en Lancaster. Según la descripción que después hizo Heller de la escena, él y dos amigos se dirigían a su auto cuando “vimos de donde salían los jugadores, y daba la casualidad que estaban firmando autógrafos”. Heller se puso en cola y esperó, sosteniendo una pelota que él quería que le firmaran. Clemente era el que estaba dando la mayoría de las firmas, una tarea que él hacía día tras día, con frecuencia alegremente, y usualmente sin quejarse. Entonces se produjo algún movimiento en el grupo, gente que se empujaban para avanzar, y Clemente, con un pie en el pavimento

descargar

Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.