Cameron quiere ser un héroe by Anyta Sunday

Cameron quiere ser un héroe by Anyta Sunday

autor:Anyta Sunday [Sunday, Anyta]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2023-04-27T22:00:00+00:00


Pasaron más de una hora rebuscando entre los muebles antiguos del sótano, con Henry tomándole el pelo sobre los increíbles tesoros que encontrarían, pero que terminaban siendo viejos recibos o recetas de tartas de limón y manzana escritas a mano. La anticipación y la tensión entre ellos era casi palpable, pero cada vez que compartían una de sus miradas llenas de magia, se caía una silla de encima de alguna mesa, sonaba un teléfono o aparecía alguna araña que hacía que Henry saliera disparado hacia la puerta.

Riéndose, aunque también gimoteando, Cameron lo siguió escaleras arriba. Atravesaron una puerta escondida en la pared y llegaron a un pasillo estrecho.

La madera crujió bajo sus pies y Henry se quedó muy quieto, su cara iluminándose llena de picardía y miedo fingido. Cameron notó sus nudillos contra el dorso de la mano y un fogonazo de electricidad encendió aún más sus nervios.

Quería sentirlo otra vez.

Pegados el uno al otro, subieron un tramo estrecho de escaleras y luego otro. Estaban tan cerca que quizá podrían…, así, sin querer…

Cameron enlazó su meñique con el de Henry unos segundos antes de dejarlo caer. La mirada de Henry era abrasadora, la notaba en el cuello, en la mejilla, en la sien.

—Me gustaría que me dieras la mano —dijo en voz baja y ronca.

Cameron cerró los ojos al escucharlo e instantes después sintió los dedos de Henry deslizándose por su palma y enlazándose con los suyos. No sabía que darse la mano podía ser algo tan íntimo. La forma en la que sus manos se acoplaban, el calor…

La imaginación de Cameron voló hacia otras formas en las que podrían acoplarse, y toda la sangre se le fue a la entrepierna.

Al final del pasillo oscuro, apenas iluminado por una bombilla desnuda y sin adornos, Henry tiró de una cuerda y unas escaleras se materializaron, desplegándose desde el techo. Hizo una pequeña pausa para darle un beso en la mano y luego se la soltó. Con la piel de gallina, Cameron lo ayudó a estabilizar la escalera.

—¿Estás listo?

Cameron lo siguió, y lo hizo tan pegado a él que pudo empaparse por completo de su aroma.

—¡Tachán! —Henry recorrió la estancia con la mano—. El desván prohibido.

La habitación era enorme, lo que hacía la desproporción entre su tamaño y lo vacía de muebles que estaba más llamativa. Solo había un diván, un viejo escritorio con una pata rota, alguna estantería con libros y un gran arcón. Las paredes eran de madera oscura, como el suelo, y la luz del exterior se filtraba por una única ventana en un hastial.

¿Qué encontrarían en este lugar?

—Deberíamos empezar a buscar —dijo Cameron.

—Hmm. O nos podríamos sentar un rato.

Henry pasó de largo el diván y abrió la ventana. Un arco de rosas blancas trepaba por el muro exterior.

—«Tengo un miedo terrible a caer…, pero supongo que no hay más opción que intentarlo».

Cameron tragó saliva. Henry parecía estar preguntándole con la mirada si era bienvenido en el lenguaje secreto de Baum al igual que había sido invitado al de Austen y Shakespeare.



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