33 revoluciones por minuto by Dorian Lynskey

33 revoluciones por minuto by Dorian Lynskey

autor:Dorian Lynskey [Lynskey, Dorian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Arte, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2011-01-01T05:00:00+00:00


«No tengo mucho que decir —dijo Terry Hall en el escenario del Moonlight Club de Hampstead la noche del 2 de mayo—. Es víspera de elecciones y todo depende de vosotros». Aunque retrospectivamente la actitud de Hall ante un evento caudal parece algo abúlica, por entonces no era nada fuera de lo común. La amarga alienación de la que había brotado el punk emergió bajo la administración laborista, y quienes no se habían detenido a examinar atentamente los planteamientos de Margaret Thatcher difícilmente podían creer que las cosas pudieran empeorar.

Si Callaghan hubiera anticipado las elecciones, quizá habría podido conservar el poder, pero especuló con la recuperación económica y perdió. Entre noviembre y marzo, el llamado Invierno del Descontento, el país pareció colapsarse con una epidemia de activismo sindical. Una fábrica tras otra se vieron paralizadas por una oleada de huelgas sin precedentes, mientras los medios bombardeaban a los británicos con imágenes de dramática significación, desde estantes vacíos en los supermercados hasta las bolsas de basura sin recoger. El 28 de marzo, los conservadores forzaron una moción de censura, que perdió el gobierno por un único voto, viéndose así obligado a convocar elecciones, cuyo resultado estaba cantado. «Era como encontrarse en medio del océano en un crucero cuyas máquinas se hubieran parado —le confesó el consejero político de Downing Street Bernard Donoughue al escritor Andy Beckett—. Íbamos silenciosamente a la deriva».

Para muchos, la política partidista se antojaba irrelevante estando como estaba todo el sistema podrido, pero algunos activaron las alarmas acerca de la primera ministra entrante. Joe Strummer quería mostrar un collage del rostro de Thatcher con una esvástica en la portada del EP de los Clash lanzado el día de las elecciones, The Cost of Living, pero Mick Jones vetó la idea. Linton Kwesi Johnson ya se había olido el peligro cuando en enero la líder tory declaró a un entrevistador: «La gente está bastante asustada de que este país se vea anegado por gente de otra cultura». Comparado con la imagen del Tíber evocada por Powell, se trataba de un comentario moderado, pero sin duda preocupante. «Han sembrado mucha insidia, mucha incertidumbre entre los blancos y negros», dijo Johnson a NME en abril. Sus opiniones resultaron lo bastante controvertidas como para que la BBC pospusiera la emisión de un documental dedicado a él, Dread Beat an’ Blood, hasta pasadas las elecciones. En la filmación, Johnson recitaba la letra de «It Dread Inna Inglan»: «Maggi Tatcha on di go wid a racist show…» [Maggie Thatcher a la carga con su show racista].

Hecho el escrutinio, los tories contaban con una mayoría de 43 escaños, al tiempo que los votos del FN habían caído por debajo de los 200 000 votos. Sin duda, la actividad de la ANL y del RAR había atajado su avance. «No detuvimos el racismo —dice Saunders—. Lo que contuvimos fue la urgencia. Tapamos el boquete y evitamos ahogarnos, luego todos volvieron a sus cloacas». Johnson hace hincapié en un factor más siniestro: «[El FN] Perdió pie porque los tories captaron a un sector notable de su electorado con sus propias políticas racistas».



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