1936Z. La Guerra Civil zombi by Javier Cosnava

1936Z. La Guerra Civil zombi by Javier Cosnava

autor:Javier Cosnava
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Sátira, Terror
publicado: 2010-07-11T22:00:00+00:00


4.

Casilda siguió fiel a sí misma con el paso de los años, y cumplió los veinte convertida ya en una dinamitera de primera clase. Su hermano Juan, más o menos en aquella época, se hizo sindicalista. Hacía años que las terribles condiciones laborales habían propiciado el crecimiento de las organizaciones de izquierda y anarquistas, agrupadas en torno a los sindicatos mineros. Las primeras huelgas fueron duramente represaliadas, especialmente la huelga revolucionaria de 1917, en la que se hizo tristemente famoso a causa de su brutalidad un joven oficial recién llegado de Marruecos, un oficial africanista que se recuperaba de sus heridas de guerra al mando de un batallón de Infantería en Oviedo; su nombre: Francisco Franco Bahamonde. Finalmente, pese a todo, el Sindicato de los Mineros Asturianos, o SOMA, terminó convirtiéndose en una leyenda entre los trabajadores y, con el tiempo, se integró en la UGT. Enfrentado a sindicatos agrarios católicos, terminó derrotándolos y, a finales de los años veinte, su predominio en los pozos asturianos era casi absoluto.

Juan era el representante de su pozo. Alto, aguerrido, muy delgado, de ojos vivos que enmarcaban un rostro redondeado con una larga cabellera que se recogía debajo de la gorra. Con el tiempo, Juan se había vuelto un hombre coqueto y orgulloso de su físico, de su voz atronadora, de todas las cosas que Casilda le había enseñado en los libros y que ningún otro hombre de los contornos conocía. Y las había utilizado para ser elegido representante del SOMA en su pozo. Muchos le respetaban y le querían; el resto, sencillamente le temían.

Cuando el Rey huyó de España y fue declarada la República, se pudo ver a los dos hermanos entre los primeros, en las calles de Oviedo, enarbolando una bandera tricolor francesa y cantando la Marsellesa. Pocos la sabían cantar en francés y Juan se vanagloriaba de poder cantarla codo con codo con uno de esos señoritos de buena familia que sabían idiomas y que, aunque no fueran obreros y no tuvieran ni idea de lo que es dejarse los pulmones en las profundidades de la mina, se alegraban de que en su país soplaran vientos nuevos.

Pero el tiempo, y con él la dirección del viento, estaban a punto de cambiar, una vez más.

Y es que la República no pudo alcanzar ninguno de sus objetivos. Tras tres años convulsos, comenzó a flaquear. España era un país de caciques y de un gran atraso cultural. En este escenario, una revolución demasiado rápida estaba condenada al fracaso, y del fracaso al desastre. Se intentó reformar el Ejército, la relación Iglesia Estado, la agricultura… sin éxito. Mientras los radicales y los anarquistas pensaban que todavía se podía avanzar a mayor velocidad en las reformas, la derecha luchaba para recuperar el poder y forzar a la República a rectificar. En las elecciones de 1933 las fuerzas reaccionarias de la CEDA casi alcanzan la victoria. El Partido Liberal, de centro-derecha, quedó en primer lugar y las fuerzas de izquierda quedaron muy atrás de los dos grandes partidos vencedores.



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