Vas a oírme rugir by Daniel De la Peña

Vas a oírme rugir by Daniel De la Peña

autor:Daniel De la Peña
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2023-03-06T13:17:52+00:00


Capítulo 24

¡ESTÁ VIVO!

¡Estoy hasta el toto de hacer jabones! En serio, ¡no puedo más! Llevo una semana sin parar de mezclar agua, manteca, aceites con flores, chocolate, o un montón de cosas más. Después, al puto molde y a enfriar.

Os prometo que el primer día me resultó una experiencia maravillosa. Trabajar con mi hermana, con los productos artesanos y con música de fondo fue muy divertido. Sin embargo, siete días después, estoy harta. Me tienta inventarme una alergia a algún producto para dejar de hacer los dichosos jabones. Aunque creo que hemos avanzado mucho trabajo y, quizás, si acabamos pronto con todos los pedidos, no me pase el verano entero en el taller.

Menos mal que ayer me llamó Yas y me dijo que, el fin de semana, viene a San Juan con Marta y Gisela. Es lo que necesito, ¡estar con mis amigas y mandar a los jabones a tomar por saco! Yas se quedará un mes; Marta, dos semanas, y Gisela no lo ha confirmado. Más tarde la llamaré para saber cuál es su plan.

Hoy por la mañana, mi hermana está repartiendo encargos por el pueblo mientras yo me he quedado en la tienda para atender a los clientes que vengan a comprar o a realizar pedidos.

La cosa está muy tranquila, así que he llamado a Tamara para que venga a tomar un café. Ha llegado hace un cuarto de hora, con los vasos de cartón y una docena de churros. ¡La amo!

—Tu hermana ¿cómo hace el reparto?, ¿en furgoneta? —pregunta al mismo tiempo que le da un bocado a un churro.

—No. Tiene una moto muy cuca que la usa para repartir los encargos —señalo.

Tamara apoya los brazos en el mostrador y se inclina hacia mí.

—¿Hoy también te ha escrito Isaac? —dispara.

Es única para cambiar de un tema a otro sin venir a cuento.

—Sí, hija. Me manda un wasap todos los días. ¡Es un pelma! ¿No se da cuenta de que le respondo con monosílabos? Me propone quedar, pero yo le doy largas —le explico.

Me incomoda mucho su insistencia; no sé si es porque está prometido o porque no siento nada hacia él, solo atracción física. Es decir, problemas y más problemas si quedamos en tomar algo, que es justo lo que él quiere.

—Joder, Irene. Sé tajante y mándalo a la mierda—me recomienda mi amiga.

Tiene más razón que un santo. ¿Por qué no lo he hecho aún?, ¿por qué le he permitido que me mande un wasap a diario proponiendo que nos veamos? Os lo diré, me da pena. No quiero hacerle daño al comunicarle que yo no siento lo mismo que él...

¡Vale! No os puedo mentir. Lo reconozco. Además, me gusta tener a alguien que vaya detrás de mí. Ya lo he soltado, ¿estáis contentas? En momentos de bajón existencial o de inseguridad emocional, saber que alguien está colado por ti es muy reconfortante. También es egoísta, aunque su insistencia me hace plantearme si está enamorado de su prometida o no.

Yo qué sé..., puede que no sienta nada por mí y simplemente quiera quedar en tomar algo, y ya está.



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