Víctor Jara, hombre de teatro by Gabriel Sepúlveda Corradini

Víctor Jara, hombre de teatro by Gabriel Sepúlveda Corradini

autor:Gabriel Sepúlveda Corradini
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Memorias
publicado: 2001-01-01T00:00:00+00:00


LA REMOLIENDA. TEATRO-MUSICAL / MÚSICA-TEATRAL

Deja su huella en el viento…

Paralelamente al trabajo de Víctor con el ICTUS, el comité de lectura del ITUCH ya había elegido una nueva obra de Alejandro Sieveking para que fuese uno de los estrenos del Antonio Varas de 1965. Se trataba de La remolienda, que con el tiempo se transformaría en un indiscutible clásico de la dramaturgia chilena, montada en innumerables ocasiones tanto a nivel profesional como aficionado.

Obviamente, la responsabilidad del montaje recayó en las manos del ya consolidado director Víctor Jara. ¿Por qué decimos «obviamente»? Porque ya había sugerido en Ánimas de día claro una forma diferente de llevar el campo chileno al escenario. En ella había plasmado el concepto de mostrar situaciones dramáticamente efectivas en un contexto campesino, abordando un desarrollo mucho más profundo de la poesía del campo y la sicología de sus personajes. Siempre que fue necesario se hizo evidente en su trabajo el haber crecido en un entorno campesino, manteniendo sus raíces intactas en él.

Por otra parte, La remolienda, según palabras de su propio autor, originalmente era una comedia musical y Víctor Jara, a esas alturas, tenía también una trayectoria como cantor popular, aunque todavía no como solista, sino sólo como integrante de Cuncumén. Fue él mismo quien eliminó casi el ochenta por ciento de las canciones y dejó tan sólo aquellas necesarias para que la historia pudiera contarse. Además, en la probada dupla Sieveking-Jara se daba una química maravillosa. Alejandro Sieveking confiesa: «Mis obras sin la dirección de Víctor no funcionaban. Teníamos una afinidad en que no teníamos que explicarnos nada, lisa y llanamente. Él entendía que esa cosa era obviamente así. En cambio, a otros directores tenía que explicarles cosas que eran elementales para mí y no entendía cómo se iban para otro lado». Durante los ensayos, había un trabajo codo a codo entre el director y el dramaturgo: «Su aporte al texto fue mucho mayor en La remolienda que en Ánimas…, a la cual casi no le hizo ningún cambio». Incluso Víctor creó una escena en la que los huasos juegan a los «topones», una tradición campesina en la que los hombres toman en brazos a sus mujeres y chocan contra el hombro del otro huaso. Ésa fue la solución escénica que sugirió para mostrar la felicidad de los campesinos por haber conseguido la mano de sus amadas. Lástima que ésta sería la última vez que un texto de Alejandro Sieveking fuera montado por él.

Es importante recalcar que La remolienda tiene un tratamiento de lo popular diferente al de Ánimas de día claro; con un tono más de comedia y un realismo más costumbrista. No se trataba del entorno mágico-místico de Ánimas…, sino de algo más terrenal… más de «carne y hueso». Es la historia de una viuda que vive junto a sus tres hijos en un terreno muy apartado del pueblo (Curanilape), y se traslada a éste con la esperanza de encontrar un nuevo amor. Van a parar casualmente a un prostíbulo, propiedad de la hermana



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