No era pecado by Leopoldo Pomés

No era pecado by Leopoldo Pomés

autor:Leopoldo Pomés [Pomés, Leopoldo]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Tusquets
publicado: 2019-06-03T22:00:00+00:00


El verano

En verano, durante las vacaciones, el aperitivo del mediodía tiene el valor añadido de refrescarte, y el resultado es el doble de efectivo: sentirte bien contigo mismo y con todos los que te rodean.

Actualmente en Fontclara, en mi casa del Ampurdán, tomamos cava muy frío. El calor nos agobia mucho pero gozamos de la sombra benefactora de la parra. Allí nos trasladamos y aparece el cubo con mucho hielo, y entre el hielo asoma, escondido dentro de una servilleta blanca, el esbelto cuello oscuro de la botella. Pongo en el mismo lugar un porrón mediano, de brocal muy fino. Lo lleno hasta la mitad de cava y ¡a vivir! Cuando cojo el porrón helado y lo inclino hacia mi boca la felicidad se nota, se siente, se traga. Cierras los ojos y se establece una relación balsámica. Un hilo brillante desciende alegre y cae sobre la lengua con la más fresca de las caricias. Los momentos del éxtasis tangible. A veces, en plena operación, sin interrupción, abro los ojos para ver muy de cerca lo que todavía no me ofrece el porrón: sus delgadas paredes de empañado cristal dejan entrever el más maravilloso de los espectáculos: dorado y transparente vino suavemente burbujeante, la certeza del maná que no cesa. Una auténtica delicia. Yo, hipócritamente cortés, al comenzar cedo el porrón. Me gusta ser el último. No hay cosa que me altere más que estar bebiendo y en el comienzo del deleite notar las miradas ávidas, suplicantes, ansiosas del resto de la concurrencia que espera su turno.

Por la noche, cambio de escenario. Incluso el escenario del aperitivo es importante. Como lo es en todo. Pero en verano especialmente. Las noches de verano en el Ampurdán son mágicas. En el cielo hay todas las estrellas. No falta ni una. Todas brillan con su máxima intensidad. Incluso las más lejanas parece que se acercan cuando las miras. Los sentidos están predispuestos. El calor sensual de la noche, la fragancia de la menta que tengo plantada, la gente que quiero. Alguien propone obsequiarnos con un «Mint Julep», va a la cocina y nos prepara un gran regalo de comienzo feliz. Mi mujer está cocinando unos mejillones al vapor recién pescados, yo miro qué hay en la despensa y en la nevera y hago lo que más me gusta: improvisar con lo que encuentro. Tengo una sobrasada de Mallorca que me han traído unos amigos. Extraordinaria. Unto unas tostaditas pequeñas y muy delgadas con la roja pasta y encima le pongo media cucharadita de mermelada de naranja amarga y al horno, para que se caliente un poco. Recomiendo vivamente al lector que lo pruebe. Se lo vi hacer a las preciosas hermanas Ormaolea, grandes cocineras vascas, y siempre que lo hago el éxito está garantizado. Algunas veces, si el calor no me agobia demasiado, preparo mutabal, este maravilloso invento mediterráneo de paté de berenjena asada con ajo y comino. Y otras veces, tras el Mint Julep, viendo que mi amigo prepara la inevitable segunda



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