Entry Island by Peter May

Entry Island by Peter May

autor:Peter May [May, Peter]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2013-12-26T05:00:00+00:00


II

El silencio que reinaba en el salón de la señora Morrison sólo se veía interrumpido por el viento que silbaba en las ventanas y por los suaves sollozos de una madre que lloraba la muerte de su hijo. El cielo se había encapotado, y la única luz que había en la habitación, igual que la vez anterior, era la que se reflejaba en las bruñidas superficies de los objetos que llenaban la estancia.

En el camino de entrada para coches, Blanc estaba informando a Crozes de los resultados de su conversación con Ariane Briand, y el teniente casi sonreía.

—Estaré sentado con Thomas delante de los monitores, mientras tú interrogas a la señora Cowell —le dijo a Sime—. Va a ser interesante descubrir qué dice la afligida viuda para salir airosa de esta.

Pero primero tenían que resolver el asunto del hombre-niño que habían hallado muerto en el mar, debajo de la casa de los Cowell.

La señora Morrison estaba sentada en el sillón situado junto a la chimenea apagada y fría, retorciéndose las manos.

—No lo entiendo —repetía una y otra vez—. Simplemente, no lo entiendo. —Como si el hecho de entenderlo pudiera devolverle a su hijo.

Sime y Crozes estaban sentados en el sofá, incómodos, y Blanc salió de la cocina con una taza de té para la entristecida madre. Se la dejó en la mesa de centro, encima del libro que estaba leyendo.

—Aquí tiene, madame Morrison —le dijo.

Sime dudó de que ella se percatara siquiera de su presencia. Acto seguido, Blanc se sentó en el sillón de enfrente.

Entretanto, en el piso de arriba, Marie-Ange y su ayudante llevaban a cabo un examen forense del dormitorio de Norman Morrison.

—La otra vez nos dijo que su hijo nunca se había escapado así —empezó Sime.

—Nunca.

—Sin embargo, ¿tenía por costumbre deambular por la isla?

—Salía mucho a pasear. Le gustaba estar al aire libre, y en una ocasión me dijo que le encantaba sentir el hormigueo de la lluvia en la cara cuando soplaba viento fuerte del suroeste.

—¿Tenía amigos?

La madre lo miró a través de las lágrimas.

—Desde que los niños dejaron de venir, no. Las personas de su edad tendían a evitarlo. Supongo que se sentían violentas. Y algunos adolescentes se burlaban de él. En esas ocasiones, Norman se enfadaba.

—Usted dijo que la noche en que desapareció estaba alterado.

La señora Morrison asintió con la cabeza.

—A causa del asesinato del señor Cowell.

—El señor Cowell le importaba un comino. Quien le preocupaba era Kirsty Cowell.

—¿Usted cree que intentó ir a verla?

La señora Morrison se puso tensa al oír aquella pregunta y evitó mirar a Sime.

—No tengo ni idea de adónde fue ni por qué.

—En cambio, lo han encontrado al pie de los acantilados que hay bajo la casa de los Cowell. Cabe pensar que debió de ir allí para algo.

—Supongo.

Sime reflexionó unos instantes. Descubrir la motivación de un hombre que tenía la mente de un niño de doce años no era nada fácil, y ya veía que su madre estaba siendo de muy poca utilidad.

—¿Alguna vez salió de casa por la noche? Me refiero a después de que se hiciera de noche.



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