Ultramort 212 by R.F. Jódar

Ultramort 212 by R.F. Jódar

autor:R.F. Jódar [Jódar, R.F.]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2015-04-06T22:00:00+00:00


13

No había bajado la persiana antes de dormirse, así que los primeros rayos del día le deslumbraron los ojos. Carme continuaba dormida. Se levantó y preparó el desayuno. Volvió con una taza de café, la dejó encima de la cómoda, bajó la persiana hasta media altura, cogió de nuevo la taza de café y se sentó en la butaca del rincón.

A la hora de la siesta Carme abrió los ojos.

–¿Cómo estás? –le preguntó, aunque se había prometido no volver a hacer nunca preguntas tan idiotas.

Carme no le miró como a un idiota sino con ojos encendidos de enfado.

–¿Y tú me lo preguntas?

–No te entiendo.

–Tráeme las pastillas que hay en la cocina y un vaso de agua.

Marc la obedeció.

–Ahora explícame qué ha pasado aquí –dijo Marc.

–Deberías saberlo ya que no puedes tener la boca cerrada. Algo le habrás dicho a alguien y han venido a ajustar cuentas conmigo.

–¿Yo? Yo sólo... –recordó la conversación que había tenido el día anterior con el padre Malestany–. Yo sólo le pregunté si había sido necesario asesinar a tu marido.

–Muy bien. Muy bien. Pero que muy bien. Ellos creían que yo me había tragado el cuento del accidente y ahora vas tú y en menos de 24 horas después de enterarte les sueltas todo.

Marc se sintió despreciable. Luego recordó que poco después de la conversación con el cura había regresado a casa y la había encontrado tirada en el suelo. Por lo tanto, no tenía relación lo que a él se le había escapado con lo que le habían hecho.

–No seas inocente. El padre Malestany tiene sus métodos. Y Joan los pone en práctica.

–Pero si él estaba en frente del bar cuando ayer fui a la sacristía y allí continuaba cuando regresé.

–Pues ya ves lo efectivo que es.

De vez en cuando Carme sentía una punzada de dolor y agarraba las sábanas con rabia tirando de ellas mientras apretaba los dientes.

–Creían que tenía intenciones de huir. Así se aseguran de que no lo voy a hacer. Imagino que también creerán que tú me has cogido cariño y permanecerás a mi lado.

–Pues es lo más lógico.

–No. Lo más lógico es que tú logres llegar al mundo exterior y avisar a la policía.

–O sea, que todavía confías en mí.

–No. Pero no tengo más remedio que esperar un milagro.

Marc esbozó una sonrisa entre melancólica y tranquilizadora mientras alargaba la mano con la intención de acariciarle la mejilla. En el último momento se detuvo.

–Pues el milagro no se va a producir todavía. Me quedaré a tu lado hasta que te puedas valer por ti misma. Después ya veremos –le dijo sin perder la sonrisa.



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