Tremere by Griffin Eric

Tremere by Griffin Eric

autor:Griffin, Eric [Griffin, Eric]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Sobrenatural, Vampiros
editor: La Factoría de Ideas
publicado: 0100-12-31T23:00:00+00:00


Capítulo 22

Domingo, 1 de agosto de 1999, 10:15 PM

El Mausoleo, Capilla de los Cinco Distritos

Ciudad de Nueva York

—No, de veras. No será ningún problema. No me importa registrar su habitación —a Eva le falló la voz. Las toscas paredes absorbieron el sonido y ella confió en que confundirían sus palabras con el goteo distante del agua y transmitirían el resultado de mano en mano por todo el laberinto de enrevesados túneles.

—Los papeles no se encuentran en su habitación —le explicó Sturbridge pacientemente—. Los papeles se encuentran en el cuerpo.

—Sí. Bien. No pretendo crear complicaciones innecesarias, pero, ¿cómo se supone que vamos a encontrarlo?

—¿Qué podría ser más fácil que encontrar un cuerpo en un mausoleo? Mira por dónde pisas.

Sin aviso, el espacio que había a la derecha de Eva se abrió repentinamente a un abismo. Ella se apartó precipitadamente del borde y al hacerlo desalojó un puñado de nudillos que cayeron traqueteando por el precipicio.

—Todas estas viejas galerías —continuó Sturbridge como si no hubiera ocurrido nada fuera de lo común— se extienden alrededor del pozo central. Sólo de tanto en cuanto se ve un poco de él, pero siempre sabes que está allí. Puedes saber qué paredes dan al abismo porque son más frías y húmedas.

—¿Qué hay en el fondo?

Sturbridge se encogió de hombros.

—Más huesos. Al menos uno de mis antecesores sentía tal aversión hacia el lugar que tenía el hábito de hacer más sitio en los pasillos superiores arrojando por el borde a los anteriores inquilinos.

Eva cambió rápidamente de tema.

—No habéis respondido a mi pregunta. ¿Cómo se supone que vamos a dar con el cuerpo que estamos buscando? En vez de, digamos, ése. O ese otro. O...

—Ésos son meramente decorativos, querida. Aquí estamos.

Se detuvo frente a un nicho excavado en la roca. Por lo que Eva podía ver, era idéntico a cualquiera de los centenares junto a los que habían pasado hasta ese momento.

Sturbridge empezó a canturrear sobre el oscuro nicho. Sus esfuerzos se veían acompañados ocasionalmente por el sonido musical del entrechocar de los huesos.

Por fin, extrajo del nicho una túnica cuidadosamente doblada. Estaba cubierta por un fino polvo blanco.

—No me explico por qué han puesto esto primero —se quejó la regente mientras sacudía la túnica.

Eva reconoció las marcas de un novicio del séptimo y último círculo. Casi libre, pensó.

—Veamos qué tenemos aquí. Bolsillos... vacíos. Puños. Forro. Ahora cuidado. No queremos desgarrarlo.

Pasó la uña de uno de sus dedos por la costura y el tejido se separó sin ofrecer resistencia.

—Ahora veamos lo que Foley quería que supiéramos y Aarón no.

Sturbridge extrajo una hoja de pergamino. Estudio la página un momento, las curiosas ilustraciones, las enigmáticas inscripciones. Chasqueó la lengua en un gesto de desaprobación y le pasó el pergamino a Eva.

—¿Nos vamos? Aquí abajo hay algo en el aire que siempre me recuerda que debo estar en otro lugar.



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