Tolerancia y prohibición (Spanish Edition) by Ricardo Pérez Montfort

autor:Ricardo Pérez Montfort
La lengua: spa
Format: mobi
editor: Penguin Random House Grupo Editorial México
publicado: 2016-01-15T00:00:00+00:00

El establecimiento de un código nacional.

Presiones estadounidenses y aparición del

delito contra la salud

Entre 1926 y 1932, una gran cantidad de hombres y mujeres compareció ante las delegaciones de sanidad federales engañados por policías sanitarios que se hicieron pasar por consumidores. Se trató sobre todo de vendedores de hierbas que caían en manos de las autoridades, como le sucedió a la señora María Brígida Mendoza y a su esposo Francisco López, en Toluca, el 17 de junio de 1927. Según el expediente de su captura, los agentes sanitarios federales Fernando Maigre, Jorge San Román, Florencio Arellano y Ernesto Castro presentaron a los susodichos ante el Ministerio Público con tres paquetes de marihuana.

A lo largo de su declaración quedó claro que los agentes “habían encontrado sospechosa a la señora María Brígida Mendoza, por vender hierbas, creyendo prudente encargarle la marihuana, pretextando necesitarla para un remedio”. Al poco rato, en el Mercado del Carmen, “lugar donde quedaron de verse para la compra de la marihuana […] una vez entregada ésta, procedieron a la aprehensión de la referida señora, así como de su esposo”. Se les aplicó una multa de 100 pesos a cada uno, y como no pudieron pagarla, se les permutó la pena por un arresto de 15 días. De los tres paquetes de marihuana “nunca más se supo nada”.81

En julio de aquel año fueron detenidas ocho personas en Orizaba, Veracruz, por fumar marihuana y tener en su posesión algunos paquetes de la yerba que se disponían a vender.82 Durante ese mismo mes se realizó una denuncia semejante en Huajuapan de León, Oaxaca,83 y las autoridades sanitarias del estado de Morelos mostraron su preocupación por varios sembradíos de marihuana encontrados en algunas rancherías de la localidad.84

Esta ingenua desazón por el “extendido vicio de la marihuana” fue precedida por una campaña amarillista de la prensa capitalina. En septiembre de 1926 El Universal había publicado una serie de reportajes que hablaban de decomisos de la yerba, “suficientes para intoxicar a más de media República”. Se mencionaba que en el lapso de un año se habían recogido e incinerado 5 485 kilos de marihuana y aprehendido a 990 traficantes.85 Un año después, en junio de 1927, Excélsior publicó que cerca de Atlixco, en el estado de Puebla, los agentes de narcóticos habían incinerado cerca de 10 000 kilos de marihuana correspondientes a 250 000 plantas encontradas en esa localidad.86 Desde entonces las cantidades confiscadas, así como los resultados de los decomisos, remitían a cifras como las anteriores, que resultaban muy poco creíbles.

A partir de aquella segunda mitad de los años veinte, las denuncias de complicidades entre autoridades políticas y militares con traficantes también se intensificaron, sobre todo en los estados de la costa del Pacífico norte. Nayarit, Sinaloa, Sonora y Baja California adquirieron desde entonces un estrecho vínculo con la producción y la circulación de drogas, que involucrarían procesos de corrupción estatales, así como de reordenamiento político y económico. En algunas aduanas la situación parecía igualmente inquietante. En diversas ocasiones se les recordó a los

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